Para encontrar a la afortunada Oliva hay que salirse del mapa. O casi. En un garaje remoto de Conforto, a cinco kilómetros de Asturias, descansa uno de los Audi A3 que regaló La Voz.
O¡Qué a gusto se cubren los kilómetros cuando se
conduce cómodamente! No me importa tener que buscar a Oliva Seivane en
una esquina del mapa gallego, ni pasar de la autovía a la nacional. De
hecho, cuanto más me acerco, más me divierto. La adaptación de mi Audi
A1 a la carretera es casi una simbiosis y el entorno, cautivador. Así
que cuando llego a Conforto, un pequeño pueblo en el extremo oriental de
A Pontenova que a su vez está en el extremo oriental de Galicia, me
siento más feliz que una perdiz, si es que queda alguna.
En una de las cocheras del pueblo, estructurado
sobre calles empinadas como rampas de garaje, descansa uno de los Audi
que La Voz ha estado regalando por Galicia durante los últimos años: «Tocoulle ao meu marido, pero agora son eu o que anda con el»,
cuenta Oliva, un ama de casa y madre de dos hijos pequeños, en la
cocina de su hogar. Hay que mirar por su ventana para darse cuenta de la
vista que disfruta cada día esta familia. Así que me salto las
preguntas sobre su relación con la suerte. Está claro que ya eran
afortunados: «O que cubría os cartóns era o meu marido.
El compra o periódico pola mañá. Eu non sabía nin que estaba co tema do
coche. Unha tarde chegou e dixo: ?tocounos un coche?. Estaba tan
tranquilo que non o cremos. Pero era verdade. E fomos buscalo á Coruña».
El marido de Oliva, Julio, trabaja como contratista. Y la familia pensaba en comprar una furgoneta: «Pero xa non o fixemos. Agora temos o outro coche, que é o que leva o meu home, e o Audi, que manexo eu».
Así que Oliva, con los niños en el cole, coge su deportivo rojo para
bajar a hacer la compra a A Pontenova, para ir a Lugo... «tamén
fomos de excursión aos Picos de Europa e a Cantabria. Dende logo, os
rapaces prefiren o Audi, encántalles; sobre todo á pequena», pero lo cierto es que en estos cuatro años que lleva en Conforto («Xa lle pasei a ITV»), el A3 ha tenido una vida tan plácida como cabe imaginar de los vecinos de un lugar tan idílico.
Eso sí, para entrar y salir del pueblo hay que
someterse a curvas muy serias y, en función de la temporada, a
condiciones extremas: «Eu xa estou acostumada»,
dice Oliva con la misma suficiencia con la que saca del estrecho garaje
el poderoso A3 para someterse a una breve sesión de fotos. «Eu ando moi cómoda. Dende logo, este coche é outro andar».
Por la tarde, Oliva, en un rato que le quede
entre atender a los niños y a los mayores que también viven con ellos,
le echará un vistazo a La Voz. Bueno, tal vez hoy se lo eche antes,
habida cuenta de que sale su fotografía. De lo que seguro que no se va a
ocupar es de buscar un A1 como el que me llevó hasta allí en la
cartilla que, seguramente, guarda su marido en la oficina debidamente
cumplimentada. Tal vez vuelva otro día con la misma canción: «Tocounos outro coche». El caso es que un A1 como el de la foto tendrá mañana un nuevo propietario: un lector de La Voz. Como usted.