El tiempo deja abiertas
investigaciones y expedientes policiales, entre los que hay algunos de
personas que se fueron de su domicilio con alguna excusa y nunca más se
volvió a saber de su paradero. En la Costa lucense se registraron al
menos cinco casos de este tipo en los últimos años, que hoy aún son una
incógnita.
Los casos de
personas desaparecidas son tantos, que A Mariña lucense tampoco es
ajena a estas situaciones, que en muchos casos sorprenden a los
familiares y vecinos por inesperados. Eso sucede a pesar de que algunas
de las personas ya insinuaron su posible marcha, aunque los allegados se
niegan, en la mayoría de las ocasiones, a creer en que esa posibilidad
sea realidad.
La desaparición deja tras de sí una ola de dolor y de
incomprensión, así como muchas especulaciones sobre las posibles causas
que provocaron esa huida. Los motivos son diferentes en cada caso, pero
para quienes conocen a esas personas resulta difícil entender las
razones que la provocan.
Cada persona es un mundo y cada caso acaba de una manera
diferente, unos felizmente y otros no tanto, pero lo más triste es el
hondo penar que se instala en las familias cuando no vuelven a tener
noticias de la persona.
El municipio de A Pontenova es el que concentra el mayor número
de hechos de este tipo, con un total de tres. Además, dos de ellos
afectaron a vecinos de la misma parroquia, San Esteban. Otros casos
conocidos en la Costa lucense y que continúan siendo un misterio
ocurrieron en Mondoñedo y Ribadeo.
Sin noticias
Uno de los pontenoveses del que no se volvió a tener noticias, a
pesar de que las autoridades, los voluntarios, los vecinos y la familia
lo buscaron de forma intensiva es Juan Luis Fernández Trigo, quien
desapareció el 23 de mayo de hace seis años, contaba entonces con 43
años de edad. Su madre lo recuerda apesadumbrada. «Era un bo fillo, o
que tiña de malo era para él», explica Matilde Trigo Moirón, quien
atribuye el origen de lo ocurrido a la ingesta excesiva de alcohol,
combinada con la adición al tabaco. «Queixábase do estómago, levámolo ó
médico en Lugo e dixo que o deixase, pero non fixo caso», lamenta.
La madre recuerda que «marchou de noite, desde que nos deitamos
todos, porque se fose de día ó mellor o teríamos atopado». Ella
reconoce que «se buscou moito, pero non soubemos máis nada del». Después
del tiempo transcurrido todavía conserva la esperanza de encontrarlo,
«como se fose o primeiro día». A Matilde Trigo le gustaría que «sequera
aparecera, así polo menos sabíamos onde estaba, porque deste xeito un
sempre está pensando. Así, temos a cruz toda a vida». Juan Luis
Fernández trabajaba en el monte, plantando junto a un cuñado.
Otro vecino de San Esteban, de mediana edad y que dejó una
viuda con hijos, también desapareció de noche de la denominada Casa do
Zoqueiro. Ni la familia ni los vecinos, ni en su trabajo volvieron a
saber más sobre su paradero.
Del propio núcleo de A Pontenova faltó otro vecino. Se trata de
Jesús García Miranda. La familia declinó hacer manifestaciones sobre lo
ocurrido. Por lo que pudo averiguar este periódico, el señor decía con
frecuencia que se iba para Cuba, pero nadie le hizo caso hasta que un
buen día desapareció de la noche a la mañana sin dejar rastro alguno. El
pontenovés vivía solo y le buscaron con intensidad, incluso por el río,
pero no lograron dar con él.
Fuente: El Progreso