miércoles, 18 de febrero de 2015

A Tenda de Manolo de A Pontenova, de la venta a granel al «Gore-Tex»

El establecimiento, con 65 años, es hoy también referencia de senderistas
La Voz de Galicia.

«Aquí estamos... tamén envasando chorizos». Al otro lado del teléfono habla Manolo Veiga Pérez quien junto a Lines Villarino, ambos de Villaboa (A Pontenova) aunque él nacido en Ermida y ella en Villaeimil, regenta la Tenda de Manolo, que el año pasado sopló 65 velas. Faltó fiesta de cumpleaños, reconoce, pero al menos hubo regalos en forma de merchandising para el cliente, camisetas y polos. «Gústame moito vender, pero máis que a xente vaia satisfeita e volva», confiesa.
Es una tienda-bar de las clásicas, aunque con su evolución. Fundada en 1949 por su madre Jesusa Pérez y sus tíos Isaura Pérez y Manuel Díaz como A Taberna do Ferreiro, acabó en manos de sus padres y como él, Francisco Veiga, era zapatero artesano, esa parte de dedicación a la venta de calzado quedó hasta hoy. Señala con orgullo Manolo Veiga que trabaja en exclusiva para la zona marcas ligadas a actividades de montaña. Una, la mallorquina de botas Bestard a cuyo representante gallego, Francisco Santos, le está muy agradecido «porque apostou por min», dice. Tan bien va en ventas el establecimiento que lo pisó el gerente de esa firma el año pasado. Además de aislar pies del frío y la humedad con el famoso «Gore-Tex», vende ropa de Trangoworld, calcetines térmicos de Lorpen o linternas y frontales Led Lenser... «todo marcas españolas», recalca. Los senderistas llegan aquí, donde toca la hermosa Ruta das Reigadas, y visten y calzan a gusto. Este fue un plus que creía que necesitaba el negocio familiar, al ver el auge de supermercados y autoventa.
«Pero aquí -resalta- tamén podes mercar un quilo de azucre, un calzoncillo, un saco de pienso... É un bar ultramarinos un pouco raro». «Sempre estiven detrás do mostrador, dende que era un renacuajo», por eso conserva frescas estampas de la infancia: «Acórdome de ver descargar camións de sal e cal para pesar, area e cemento a palas para cargar en sacos, vender gasolina cando había que chupar a goma e non sacabas ese sabor da boca, vender carburo para os candís...». En su época llegó a haber 55 tabernas, señala. Lugares también de reunión en los que «se facía un gran traballo social», «pero agora co ordenador e co Whatsapp a veces nin se falan nin os da propia casa», se queja.
Un bar, tienda y ultramarinos... con historia  en el pasado   en el presente

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