lunes, 15 de diciembre de 2008

EL SUPERTI SE COLOCA TERCERO.


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Lo del Superti A Pontenova es algo impresionante. Recordar que milita en la categoria 1ª nacional B y que esta haciendo una campaña extraordinaria. Este sabado los que asistimos al partido vimos a un superti que parecia que estaba jugando contra una pandilla de amigos. Y no, se trataba del tercer clasificado y de un claro aspirante al ascenso, pero que no tuvo nada que hacer frente a un superti que le dio dos goles de ventaja y que luego vapuleo hasta el final. Cuidado...., el superti ya ha cumplido el objetivo de esta temporada con creces y aun no se ha llegado a la mitad del calendario. Que nadie se fie, dará mucho que hablar desde aqui al final y muchos equipos grandes lo pasaran mal en el municipal de A Pontenova.

El Sporting Pontenova puso fin a la imbatibilidad del Candelaria


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El Pontenova acabó con la condición
de invicto del líder de
Tercera Regional, el Candelaria,
al superarlo por 3-0 en el
partido adelantado de la jornada,
jugado en A Mina. Los
tres goles del conjunto local
llegaron en la segunda mitad.

La historia de A Pontenova no puede contarse sin referirse a las minas de extracción de hierro


JUNTO A la iglesia de Conforto, en
A Pontenova, en una casa que antaño
fue la escuela de la parroquia
residen Francisco y Clotilde, un
matrimonio entrañable que nos
abre las puertas de su casa y su corazón
para contarnos su historia.
A sus cerca de 80 años, Francisco
Cancelas González, Paco de Cancelas,
como le llama todo el mundo,
tiene el título de ser el vecino de
más edad (sólo un año más que el
siguiente) de los que trabajaron
en las minas de A Pontenova, una
circunstancia que le llevó a recibir
un homenaje el pasado verano,
en el marco del segundo festival
de As Minas, y del que conserva
una placa que exhibe con esmero
en el salón de su casa, repleta de
cuadros y fotos de su tesoro más
preciado: la familia.

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Meticuloso, atento y educado y
con una gran memoria, Paco recuerda
que su llegada a la explotación
minera se produjo después Paco es el trabajador de más edad de la extinta mina de Vilaodriz.
de una temporada en El Bierzo. En
la mina de hierro, llamada primero
Sociedad Minera de Vilaodriz y
más tarde Coto Minero de Vilaodriz,
trabajó cuatro años, desde
1960 al 64, casi siempre en el cargue
«o sea cargando el mineral en
vagonetas, un trabajo peligroso»,
recuerda, en el que trabajaban
a destajo, pues había que cumplir
un mínimo de 21 carrocetas
llenas diarias, cuyo contenido se
trasladaba hasta el cargadero de
Ribadeo, «en tren, aunque últimamente
se hundió un túnel y lo
cargaban en camiones», recuerda.
Desde el puerto ribadense se exportaba
el mineral hacia Bilbao,
Inglaterra y Alemania.
500 EMPLE ADOS . En su época
quedaban una treintena de empleados
en el interior de la planta
y otros tantos trabajando en el
exterior, aunque en la etapa de
mayor esplendor de la explotación
llegó a haber hasta 500, pero eso
fue antes de la Guerra Civil, pues
la planta funcionaba desde principios
de siglo y dejó de hacerlo en
1965. «Los últimos dueños fueron
unos vascos», dice.
De sus años en la mina, a la que
llegaba en bicicleta tras recorrer
los tres kilómetros y medio que
hay desde Conforto, tiene buenos
y malos recuerdos. Entre estos
últimos está «ese día triste con
suerte» de un 16 de octubre, «que
no se me olvida» en que su compañero
y él «estábamos en el cargue
y me pareció que chirriara el
techo. Miré y dije: «esto está más
seguro que la bóveda de la iglesia
de Conforto»; entonces volvió a
chirriar y bajó el techo». «Nos
salvamos de milagro», recuerda
con estupor aún hoy, «el compañero
por quedarse en el corte y yo
al retirarme para atrás. Aquel día
no trabajamos más hasta que se
saneó la galería, que quedó con
mucho escombro», comenta.
Paco de Cancelas presume de
ser un hombre justo, por eso no
le gustó nada aquel otro indicente
que tuvo un día con el capataz,
«al que tuve que cantarle las cuarenta
». «Llegó muy ancho, porque
venía acompañado del señor ingeniero
y nos preguntó cuántas
vagonetas llevábamos cargadas y
yo le dije pregúntele al compañero
que es quien las anota, pero le
recordé que el acuerdo que teníamos
desde hacía tiempo era cargar
21 y al terminar nos marchamos,
como lo hacen los demás compañeros
de otras galerías». En este
punto del relato, cambia la cara
para recordar que el capataz, medio
enfurecido, nos dijo: «pues
hoy teneis que estar hasta la hora
de salir; entonces a mí se me cruzaron
los cables y le contesté algo
así como no te pases porque esté
aquí el ingeniero, que estos días
apenas vienes a visitarnos, porque
claro, tienes que visitar otros
locales... Un servidor al terminar
de cargar las 21 vagonetas me voy
truene por donde truene, y punto
», le espeté.
«Al día siguiente quiso cambiarme
de puesto, pero el compañero
José de Valín le pidió que
me dejara y aceptó» de la misma
forma que, a los pocos días, cogió
«un par de conejos que le tenía
prometidos. ¡Y más que fueran!»,
recuerda Paco entre risas.
Risas fueron también las que
se echó un 4 de diciembre, día
de Santa Bárbara, patrona de los
mineros, en que siempre se les
agasajaba con una comida tras la
misa en la capilla de Santa Bárbara,
que ya no existe y que estaba
ubicada en la que explanada de la
estación. Fue en el entonces Hotel
La Cubana «y el que más y el que
menos tomó unos vasos de más»,
asegura divertido. A su regreso a
casa, llevó el burro al prado para
cargar hierba y aún recuerda la
cara de su esposa Clotilde y su cuñada
Maruja, que le estaban esperando
allí, «y que no podían parar
de reir, porque le había puesto al
animal los atafales al revés».
Su marcha de la mina coincidó
casi con el cierre de la misma. En
marzo del 64 marchó para Alemania
y en noviembre de ese mismo
año fallecieron tres trabajadores
del exterior «cuando se les vino
encima el muro donde estaban
cargando el camión. En el 1965
paralizaron los trabajos», agrega
Paco.


Devoto
Actuó de
sacristán en
Conforto



Paco y Clotilde son muy
devotos de Nuestra Señora
de Conforto, que preside el
santuario que está junto a
su casa, en el que Paco fue
sacristán, y que es punto de
peregrinación para numerosos
fieles de Galicia y Asturias, que
deben cumplir con el rito de
colgar un pañuelo en el árbol.
El templo es además elegido
por muchas personas de fuera
para oficiar sus bodas y es
punto de peregrinación el 8 de
septiembre y el 28, el Conforto
pequeno. En el interior, no es
extraño encontrar a Clotilde
‘poñendo o santo’ a los fieles y
seguro que más de un rezo le
hizo a la Santa tras el fatídico
accidente que Paco tuvo en
el verano del 2006, al caer de
la moto, y que le tuvo mes y
medio en la UCI.

Emigración
Paco y Clotilde fueron de esos
muchos gallegos que decidieron
«probar mejor suerte» en
otro país.


Paco y su mujer
acudían a dos trabajos
cada día para hacer
dinero en los años que
estuvieron en Alemania.


Alemania fue el destino
elegido y Lindau, su pequeño
«paraíso», sobre el que no se
cansan de recordar lo precioso
que es. Los primeros siete años
en Alemania, adonde Paco llegó
solo, trabajó en la construcción,
aunque después pudo emplearse
en la compañía estatal del ferrocarril
_otra vez el tren y el hierro
volvían a cruzarse en su vida_ un
empleo que le llenó de satisfacción
y que además la permitía
viajar gratis por todo el país, un
descuento del que se beneficiaba
«Hice 8 años dos turnos
para comprar una casa»
para volver en vacaciones a su
querida aldea de Conforto, donde
habían dejado a su hijo.
Eran años difíciles, aunque
a ellos, tan acostumbrados a
trabajar duro, no se les hacían
cuesta arriba. «¿Si trabajamos
mucho? Bueno, lo normal»,
confiesa Paco, que además de
su trabajo en la estación por las
mañanas cuidaba unos viveros
por las tardes. Lo mismo que su
esposa, que de pasar las mañanas
atendiendo a los enfermos
que no podían comer solos en
la cuarta de una residencia sanitaria,
pasaba al lavaplatos de
un hotel. «Allí, hice ocho años
con dos turnos porque quería
comprar una casa nueva para
mis hijos», asevera Clotilde, un
mujer dulce, que se desvive por
los demás y que fue el pilar de la
vida de Paco, con quien tuvo dos
hijos, que les dieron dos nietos,
que adoran y les adoran.

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