domingo, 7 de diciembre de 2008

Irenio Mourelle Méndez: El zapatero de los animales


Los ‘ferradores’ eran profesionales muy demandados en
la comarca, y hasta no hace mucho formaban parte casi del paisaje,
pero el abandono paulatino del campo los ha relegado a un segundo
plano, aunque sin ellos no se podría escribir la historia de A Pontenova y de Galicia.

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tiene 78 años que para nada aparenta,
aunque en la cocina de su
casa, mientras su mujer prepara
la comida, confiesa que tiene bastante
reuma y algún problema de
cadera, pero conserva una memoria
envidiable, que ya le gustaría
a muchos con la mitad de años.
Irenio Mourelle Méndez empieza
receloso la conversación sobre lo
que fue su oficio, el de ‘ferrador’,
aunque enseguida coge confianza
y se embala.
Recuerda que se inició en los
años cincuenta y que el gusanillo
le entró porque su padre «xa traballaba
con bestas» y no era raro que
en su casa hubiera «dez ou doce ás
veces». Con este panorama, «xa
me apetecía facer algo de xinete
cos cabalos» y, uniendo una cosa
con otra, terminó de aprendiz con
un señor de Santa María Maior,
en Mondoñedo, a más de una
hora de camino andando desde
su hogar, en A Pontenova. Eran
otros tiempos, claro, y la distancia
no era obstáculo para desplazarse
e ir aprendiendo el oficio, aunque
apenas supiera leer, pues la teoría
se aprendía viendo practicar Irenio conserva en su casa de A Pontenova herramientas y herraduras
el oficio.
Aún tuvo que pasar bastante
hasta que le dejaron poner la
primera herradura, pues si no se
hace bien, el remedio puede ser
peor que la enfermedad, «é delicado,
pois podes deixar o animal
coxeando». Además, Irenio debía
trabajar arando el monte una hora
a la semana, como pago de las clases
recibidas.
INDISPE NSABLE . Ya en su casa,
compaginaba su oficio con el de
labranza y eso que el herrador era
algo indispensable, pues todo el
mundo tenía animales con los
que trabajaba en el campo y, lógicamente
éstos, necesitaban
colocar herraduras nuevas cada
cierto tiempo. Una medida de 55
días calcula Irenio que podía durar
una herradura aunque, aclara,
«depende do que andivera o
animal».
Caballos, mulas y vacas son los
«équidos» que herraba este vecino
de A Pontenova, porque las vacas
que pastaban en el monte antes
se herraban, cosa que ahora no.
«Unha zoca levaba cincuenta cravos
e, coas dúas, cen, polo que
todo o monte estaba plagado delas
», recuerda el herrero. Su presencia,
así como la de otros de sus
colegas, que por entonces abundaban
en la zona, era muy necesaria,
pues «todo o mundo tiña animais
na casa». Lourenzá, A Pontenova
e Trabada, por citar algunos de los
lugares más próximos, contaban
con dos ferradores en cada uno de
ellos, una situación que ahora no
tendría sentido, pues apenas hay
ya animales en las casas.
Irenio Mourelle pone un caso
muy concreto: «Nun pobo daquí,
como o de Vilapena, no que había
32 veciños todos eles tiñan a
dous bichos, un burro e un cabalo,
para a faena e hoxe só hai un que
ten animais», asevera casi con
nostalgia, pues las expediciones
a determinados pueblos se convertían
casi en una fiesta. «Había
traballo para medio día», afirma,
y alrededor de su trabajo se reunía
un importante grupo de vecinos,
lo que implicaba una animada
jornada de «contos e chismes»,
una tradición que también se ha
perdido ya.
Los herrajes que se ponían a
cada uno de los animales cambian
dependiendo de su condición,
pues a los caballos se les ponía una
redonda en los «pés» delanteros y
puntiaguda en los traseros, mientras
que las mulas llevan la misma
forma delente que detrás.
De su oficio, otras cosas han
cambiado, como el hecho de tratar
con los animales. «Agora, pónselle
unha inxección e durmen sen
problema, pero daquela había que
aturalos despertos, e había bichos
bastante malos, sobre todo os que
viñan do monte», un peligro que
no le llevó a perder pasión por el
oficio, en el que también es imprescindible
saber limpiar adecuadamente
las pezuñas.
FÁBRICAS. Otro de los cambios
más notables fue la sustitución de
las herraduras hechas por los ‘ferreiros’
por otras que vienen directamente
de fábrica. «En Vegadeo
había moitos na época en que eu
traballaba, cáseque en todas as casas
había una, recuerda Mourelle,
que traía casi todo el material de
Asturias. Las comunicaciones no
eran como ahora, pero se las ingeniaban
estupendamente, «ou as
collíamos nas ferias e mercados,
ou ben mandábamos uns cartos
de adianto para que as trouxeran e
listo», recuerda con humor aquella
época.
Ahora, todo el material es de
fábrica, «cunha plancha fan todas
igual», aunque el resultado
es bien distinto y se aprencia las
diferencias entre una y otra, como
se esfuerza en explicar el ferrador,
que todavía hay veces que se entretiene
con las herraduras a vueltas.
«Ao principio había unha fábrica
en Tolosa, pero tamén desapareceu
e agora todo o material ven de
Italia e creo que hai unha fábrica
en Arzúa que se encarga de traer
este material», asegura el ‘ferrador’
pontenovés.
Costumbres
Irenio Mourelle Méndez se ve
un hombre feliz. Trabajó toda
su vida hasta que se jubiló y ahora
comparte la jornada entre los
paseos y ver algo la tele, «pero
pouco», que nunca le entusiasmó.
No es nada supersticioso y
cree que eso de que las herraduras
traen buena suerte «e só un
conto». «Se eso fora verdade eu
tería sorte de máis», recuerda
el herrero, aunque la verdad es
que no le fue tan mal y aparte
de unos pequeños achaques se
mueve como un chaval, eso sí
bien abrigado y con una gorra a
la cabeza, por eso de combatir el
frío de los últimos días.
«Se a ferradura dera boa
sorte eu tería de máis»
«Eso da sorte é como o que
decían aquí das vacas loiras,
que por certo poucas se ven
xa», aunque de su taller se han
llevado herraduras hasta para
Alemania, «para uns familiares
que están aló», recuerda el
propietario de un oficio casi en
extinción, porque los pocos que
quedan son para herrar a los caballos
que hay en las casas, pero
los que se tienen por capricho,
no para trabajar como antaño.
De hecho, recuerda que hubo
unos años que nadie enseña ba
el oficio, porque tampoco hay
quien quiera seguir en él, y hace
gala de su prodigiosa memoria
para recordar que «creo que hai
un na Pastoriza, Cándido se chama
», aunque seguro que éste no
vivirá estas «jaranas» que se organizaban
cuando coincidían
varios vecinos que acudían a
herrar a sus animales «e que son
cousas que se botan de menos».
Personal
«Non ía a festas
porque había que
gañar algo»
Mourelle reside en una aldea
de A Pontenova, una zona en
la que el tiempo parece detenido
y sólo los coches de reparto
del pan y del pescado osan
romper esa tranquilidad. Todavía
ahora, Irenio baja hasta el
pequeño espacio que tiene en
los bajos de su vivienda, una
especie de santuario donde
converva un buen puñado de
herraduras que para cualquiera
podrían parecer casi
igual, pero de cuyas diferencias
Irenio podría escribir un
manual. Con sus herramientas
ha pasado muchos años y,
aunque recuerda, que cuando
era joven había más fiestas
por los alrededores que ahora,
reconoce que nunca fue muy
amigo de ellas: «Non ía moito
ás festas, pois había que traballar
para gañar algo», dice.

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Dos goles postreros del Superti propician las tablas en el derbi


Como buenos vecinos y fieles a la tradición de los partidos con rivalidad comarcal de por medio, el primer enfrentamiento entre el Concello de Trabada y el Superti acabó con reparto de puntos.

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El conjunto visitante llegó al descanso ganando por 2-1, un marcador que pudo ser más abultado si Kini y Pipe acertaran en sus lanzamientos de doble penalti o el visitante Lolo encontrase la portería tras sortear a Javi. En el acto final, Manolo hizo el 3-1, Marcos disparó al poste y el Superti neutralizó la desventaja con dos tantos postreros. El Trabada buscó el triunfo atacando con cinco en el último minuto.VOLVER



El Gobierno descarga en Red Eléctrica los cambios en la línea Boimente-Pesoz


En la exposición de motivos, Jorquera asegura que la línea «cuenta con una fuerte contestación social» y afectaría a 22 pueblos de los municipios lucenses de A Pontenova y A Fonsagrada, además de los de la comarca asturiana de Los Oscos. Recuerda también que el tendido, con capacidad para 440 kilovoltios, forma parte de la autopista eléctrica ASGA, para evacuar hacia la Meseta la electricidad excedente de los parques eólicos. Llevará torretas de hasta 70 y 80 metros de altura, que causarán un gran impacto y contaminación eléctrica en la reserva.

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El Gobierno descarga en el organismo público Red Eléctrica Española la principal responsabilidad sobre el cambio o la confirmación del trazado de la línea eléctrica de alta tensión que servirá para exportar energía desde Boimente, en Viveiro hasta Pesoz, en Asturias pero en el límite con León. Aunque la Administración central tendrá la decisión última, en una respuesta dada al diputado del BNG Francisco Jorquera, señala que el estudio de impacto ambiental no es competencia del Gobierno sino de Red Eléctrica Española, que posteriormente será valorado por el Ministerio de Medio Ambiente.

En la misma respuesta señala que para la decisión final de autorizar o no el trazado serán tenidos en cuenta otros aspectos como los informes de los municipios por los que pasa o la circunstancia de que cruce la reserva de la biosfera de la provincia lucense. Respondió también que si Medio Ambiente emite un informe señalando que el proyecto no es viable desde ese aspecto, será denegada la concesión administrativa.

La respuesta dada por el Gobierno a través de la Mesa del Congreso no fue del agrado del diputado nacionalista, que acaba de presentar una proposición no de ley en la que hace alusión a la necesidad de retirar el actual proyecto de trazado de la línea eléctrica entre los citados municipios lucense y asturiano. Considera que tendrá un grave impacto medioambiental, poblacional, agroganadero y turístico. En consecuencia sugiere, por una parte, estudiar y presentar otras opciones de trazado que tengan un impacto menor en la zona aludida, y por otra «entablar un proceso de diálogo con los ayuntamientos afectados a fin de consensuar un trazado de línea de alta tensión que reduzca el impacto sobre un lugar declarado reserva de la biosfera de la Unesco».

Gran capacidad

En la exposición de motivos, Jorquera asegura que la línea «cuenta con una fuerte contestación social» y afectaría a 22 pueblos de los municipios lucenses de A Pontenova y A Fonsagrada, además de los de la comarca asturiana de Los Oscos. Recuerda también que el tendido, con capacidad para 440 kilovoltios, forma parte de la autopista eléctrica ASGA, para evacuar hacia la Meseta la electricidad excedente de los parques eólicos. Llevará torretas de hasta 70 y 80 metros de altura, que causarán un gran impacto y contaminación eléctrica en la reserva.

El parlamentario incide en que la zona afectada por el trazado previsto concentra la mayor parte de las explotaciones ganaderas de A Fonsagrada, además del turismo de Los Oscos.
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