La aldea pontenovesa de Navallo de Vilarmide, en la frontera con el municipio de Ribeira de Piquín, acoge una peculiar reunión vecinal. En realidad allí sólo quedan tres vecinos, pero se celebra una comida a la que acude gente que vivió allí, sus hijos y hasta sus nietos.
En esta localidad llegó a haber una veintena de casas habitadas, pero ahora está convertida en un ejemplo más del abandono que sufre el entorno rural de toda Galicia. De las tres personas que aún viven en Navallo de Vilarmide, una tiene 91 años y los otros son también mayores.
Todos coinciden en que se trataba de un pueblo animoso «no que todos nos levábamos ben, non había ningún problema», recuerda José Sampayo, que ahora vive en Galegos, en el municipio de Riotorto.