La aldea pontenovesa de Navallo de Vilarmide, en la frontera con el municipio de Ribeira de Piquín, acoge una peculiar reunión vecinal. En realidad allí sólo quedan tres vecinos, pero se celebra una comida a la que acude gente que vivió allí, sus hijos y hasta sus nietos.
En esta localidad llegó a haber una veintena de casas habitadas, pero ahora está convertida en un ejemplo más del abandono que sufre el entorno rural de toda Galicia. De las tres personas que aún viven en Navallo de Vilarmide, una tiene 91 años y los otros son también mayores.
Todos coinciden en que se trataba de un pueblo animoso «no que todos nos levábamos ben, non había ningún problema», recuerda José Sampayo, que ahora vive en Galegos, en el municipio de Riotorto.
A pesar del abandono, la memoria colectiva del pueblo es un auténtico tesoro que sus antiguos habitantes y sus descendientes se niegan tercamente a perder y, por eso, hoy celebran una comida conjunta en la que se reúnen entre cincuenta y sesenta personas llegadas de los alrededores, pero también de otros lugares como Bilbao o Palencia. Entre todos rescatan, aunque sea por unas horas, un modo de vida que está a punto de desaparecer y no sólo allí, sino en gran parte de las inmensas zonas rurales de Galicia.
Antonio Fernández es otro antiguo vecino de Navallo, hoy afincado en Santo Tomé, Lourenzá. Pasea con nostalgia por las calles acementadas de Navallo y recuerda de José que «era o barbeiro, máis que nada porque non había outro. Sentábame nun toco de madeira, porque era o que tiña, e cortábame as medras, aunque eu quería ter o pelo largo porque me entraba o frío por todos lados».
De encuentros como el de hoy dice que para él son una bendición «porque se xunta xente que por exemplo eu, o ano pasado, nin recoñecía, como os que viñeron de Bilbao. Contas cousas da vida de antes e é algo que a min me encanta, e á xente nova, que non o viviu, chámalle moito a atención». Sampayo tiene una opinión similar. Los dos alaban el trabajo que hacen los encargados de la organización del encuentro porque cuenta que se acuerdan «de cousas da nosa vida e pasámolo en grande, como antes».
Fuente: El Progreso
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