lunes, 9 de febrero de 2009

Roban en una piscifactoría de Riotorto tras saltar la valla de cierre


La piscifactoría situada en Riotorto -junto al río Torto, en las afueras de la localidad y cerca de la carretera LU-122- sufrió en la noche del miércoles al jueves un robo cuya cuantía se quedó, en principio, por encima de las posibles intenciones del autor o de los autores. El propietario de las instalaciones, Ramón Miranda, explicó ayer que había echado en falta varias decenas de bolsas en las que envasa truchas: aunque no concretó el número, calculó que podrían ser unas 50 o 60 las que se habían llevado del interior del recinto.

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La piscifactoría situada en Riotorto -junto al río Torto, en las afueras de la localidad y cerca de la carretera LU-122- sufrió en la noche del miércoles al jueves un robo cuya cuantía se quedó, en principio, por encima de las posibles intenciones del autor o de los autores. El propietario de las instalaciones, Ramón Miranda, explicó ayer que había echado en falta varias decenas de bolsas en las que envasa truchas: aunque no concretó el número, calculó que podrían ser unas 50 o 60 las que se habían llevado del interior del recinto.

La posibilidad de que la entrada en la piscifactoría hubiese incluido también la sustracción de truchas no se descartaba ayer por la tarde, horas después de haberse descubierto el suceso, si bien quedaba pendiente de un examen más minucioso. «Os indicios non son para menos», aseguró el propietario: al recorrer ayer las instalaciones, advirtió que se habían movido los aparejos empleados para sacar los peces del agua.

El asalto, definido como gamberrada por el dueño, fue descubierto ayer por la mañana y notificado a la Guardia Civil de A Pontenova. La piscifactoría tiene dos perros, que no sufrieron daño alguno pero que quizá no notaron la entrada de forasteros. Miranda afirmó que podrían haber usado algún aparato magnético para frenar su capacidad de reacción, ya que tampoco notó síntomas de que hubiesen ingerido alguna sustancia que les pudiese afectar. La entrada en el recinto debió de producirse, según sus impresiones, tras saltar la verja metálica que lo rodea.

Las bolsas estaban en la parte de arriba de una caseta que tiene planta baja y un piso y que está situada dentro del recinto. La primera impresión apuntaba también a que el autor o los autores «remexeron algo» por dentro, pero sin concretarse todavía las consecuencias exactas de ese posible daño.

Poco daño económico

Lo que sí parecía claro es que el daño económico no había sido suficientemente grave para impedir el funcionamiento del negocio. No obstante, recalcó que sí sentía frustración por el hecho en sí y que había presentado la denuncia para intentar la repetición de acontecimientos semejantes. La piscifactoría está en funcionamiento con los actuales propietarios desde hace unos diez años, y es la primera vez, dijo Miranda, que sufre un ataque de este tipo.

Lo que tampoco se atrevía a concretar el dueño era el fin último de la entrada en su negocio: aunque podría deberse solo a una gamberrada o a una incursión en busca de peces para comer, dijo que su principal objetivo era lograr que no se repitiesen esos hechos y que por eso había informado a la Guardia Civil.
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