martes, 24 de marzo de 2015

La fragua que hizo de niños del rural referentes sociales

La fragua que hizo de niños del rural referentes sociales
Fuente: Diario ABC
Al Seminario de Mondoñedo cada niño llegaba, en el preludio de la adolescencia, por caminos distintos, pero con una historia con muchas similitudes. Ramón Barro, desde Ortigueira, no había cumplido los once años cuando atravesó sus viejos muros porque «era el colegio más barato del entorno». Francisco Cal Pardo, desde Viveiro, recién celebrados los diez, porque «era uno de los pocos sitios del entorno geográfico donde se podía estudiar con orden y eficacia» y, además, tenía claro que «quería ser obispo». Germán Castro, desde Ferrol, no lo hizo por «presiones familiares». De hecho, su madre le preguntaba «machaconamente» para intentar que en una de esas decidiera abandonar. Al padre de José Gil, con doce años, se le ocurrió enviarle hasta allí desde Riotorto porque «era el centro más asequible para la gente económicamente modesta y se valoraba muy positivamente la carrera eclesiástica». Y así a Arsenio Ginzo desde A Pontenova, a Antonio López desde Barreiros o a Ramón Villares desde Xermade.

A lo largo de los últimos sesenta años pasaron por el seminario menor de esta localidad lucense más de 1.600 alumnos. «Rapaces» del rural a los que este centro ha convertido en destacados profesionales de sus sectores, en muchos casos vinculados a la docencia y, en general, a las letras, que era en lo que más destacaban los profesores de Mondoñedo.De este lugar han salido desde el actual presidente del Consello de la Cultura Galega a quien fuera presidente-director general de Aena, Francisco Cal Pardo; sobresalientes catedráticos, decanos y vicerrectores de universidad, abogados, reconocidos periodistas a nivel nacional o un académico correspondiente de la RAE como Álvaro Porto. Sólo una cuarta parte de quienes en este tiempo cursaron estudios de Latín y Humanidades, Filosofía o Teología en sus aulas —primero en Lourenzá y después en Mondoñedo— fueron para curas. La institución cerró su ámbito académico en 2013 después de más de cuatro siglos de servicio y ahora, sus antiguos alumnos laicos han decidido reencontrarse para agradecer los años que pasaron allí. Aún sin pretender elogiar punto por punto cada uno de los métodos que en él se empleaban, un repaso por sus testimonios permite extraer de todos ellos un cristalino balance positivo al volver la vista atrás.
«Aprendimos valores humanos como la seriedad, la honradez, el compañerismo o la disciplina y el esfuerzo en el trabajo y el estudio», relata Barro, uno de los timones del homenaje. Están tratando de reunir a sus antiguos compañeros de decenas de promociones para juntarse de nuevo en Mondoñedo en octubre, en una misa de acción de gracias presidida por el obispo, con su comida y la colocación de una placa.

Un libro y una exposición

Además, trabajan en la edición de un libro interdisciplinar que estudie los 441 años de existencia de este «manantial que absorbía una población de niños del rural y de la costa donde no había futuro académico y los rescataba. Es su gran aportación», sigue Barro: «Agradecemos que nos haya hecho hombres preparados porque sin él en muchos casos no habríamos podido».
Analizarán las notorias enseñanzas que de latín se realizaban en él o la influencia en el Día de las Letras Galegas a través de la Escuela Poética Mindoniense, pues por el Seminario de Mondoñedo han pasado nombres como Xosé María Díaz Castro (a quien se dedicó la jornada en 2014), Aquilino Iglesias (1986) o Manuel Leiras (1983). También hay en su lista personajes tan relevantes como el fundador de la Adoración Nocturna en el siglo XIX, Luis de Trelles, o Nicomedes Pastor Díaz, que llegó a ser ministro en época de Isabel II.
«El Seminario de Mondoñedo fue una institución de primer orden y su desaparición equivale a perder una universidad», reivindica Barro, quien también apunta al deseo de realizar una magna exposición «con los fondos de su biblioteca: unos 30.000 volúmenes con un buen número de incunables y manuscritos del siglo XIV».
Generaciones de alumnos se reencontrarán en breve para recordar las clases con Francisco Fanego, los campeonatos deportivos, los «llaverazos» si las uñas no estaban como debían o las sopas de cebolla. En cualquier caso, como señala Barro, «el homenaje ya ha comenzado con el encuentro de los antiguos seminaristas en la web homenaxeseminariomondonedo.com».
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