jueves, 26 de julio de 2012

Contos - "Visita de la Primera Dama Americana" por Ramón do Roxo

De nuevo me  vuelvo a la carga con otra historia o anécdota, escuchada en mis tiempos de niño, (rapaz con 9 anos), en las polavilas da casa do Roxo.
Ese año fue la comidilla del momento, y todos tenían algo que agregar a la traída y llevada noticia y la verdad visto en la distancia no era para menos.
Villameá recibió la visita de la PRIMERA DAMA DE LA REPUBLICA DE CUBA, “Dª Martha de Batista.”¡¡¡¡¡ Si esa misma, la mujer del Presidente Fulgencio Batista, que gobernó en Cuba en dos periodos, del 1944 al 1949 y del 1952 al 1959, (fecha en la que yo con 18 años regresaba a la habana).

Dª Martha, con “h” intercalada, era hija de una emigrante a Cuba, vecina de Villamea, para mas señas era tía de Toño de Lucas, de su nombre no puedo acordarme, pero era algo extraño, (Africa, Agripina, Arsenia???…..), no logro traerlo a mi boca. Quizás alguno de los hijos de Toño, aunque de aquella era muy pequeño, se recordará de la historia. En aquel entonces vivían en el Lumenovo, encima de Santa Apolonia, después se marchó a la Picota.
El motivo de la anécdota fue, que ella, la Madre de la Primera Dama Cubana, pensaba iba a ser recibida a bombo y platillo, como lo había sido en Madrid su hija y la verdad, bien sea porque las familias mediáticas del momento no le dieron entrada, (Aun existían clases), o por que la verdad no se “mojó” con grandes regalos. No tuvo mas repercusión su visita que los abrazos y besos de su muy corta familia, la entrega de juguetes a los hijos de Toño, y algún que otro a conocidos, (por cierto eran de Walt Disney, aún tengo por casa de Piegalvo alguno de ellos, creo el Ratón Mickey en madera). El encuentro/recibimiento fue en la carretera de Riotorto, a la subida del Lumenovo, vino en un Haiga negro enorme, era un Cadillac, con la bandera de Cuba en el capot y matricula diplomática, todo un espectáculo, recuerdo tenia las llantas blancas como la leche.
En la Habana se comentó en la televisión había sido recibida con grandes muestras de afecto, jajá jajá. Las crónicas políticas eran y serán siempre triunfalistas¡.
Bueno a lo que iba, dio que hablar, pero ni para bien, ni para mal,  la vida de Villameá siguió su curso con una anécdota más a sus espaldas.
Ramón do Roxo
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