lunes, 28 de noviembre de 2011

El señor de los nanómetros


El reino de José Rivas es de este mundo, pero no se ve, aunque se deja sentir a diario, como él no se cansa de explicar: en tejidos, cremas, medicamentos, material deportivo, tarjetas de crédito, ordenadores, y una larga lista de objetos y aplicaciones que han revolucionado nuestra vida cotidiana. Natural de A Pontenova —«de Vilargondurfe», le gusta matizar— es una eminencia en nanotecnología, la rama de las ciencias aplicadas que busca controlar y manipular la materia al nivel de nanómetros —la millonésima parte de un milímetro—. Por eso le han encargado la dirección de un proyecto gigante: la puesta en marcha del Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, ubicado en Braga (Portugal).
A este pontenovés de Vilargondurfe le propusieron dirigir el proyecto desde su germen y a eso se ha dedicado desde 2007. Ha participado en el diseño, la construcción, la compra de equipamiento de este lugar que pretende tener y ofrecer lo mejor de lo mejor en su campo. «Es un desafío importante», reconoce José Rivas, que ha visto crecer esta «catedral de la ciencia», como él mismo lo define, en los terrenos de lo que antes era Bracalandia, un parque de atracciones infantil al que recuerda ir con su familia.

El INL es una apuesta de los gobiernos portugués y español por competir en un sector que países como Estados Unidos o China han definido como de interés preferencial por las múltiples aplicaciones que tiene y los grandes beneficios que reporta. El centro bracarense pretende competir por los mejores científicos del mundo en esta carrera y está concebido como una organización intergubernamental, con una legislación internacional —ni española ni portuguesa— diseñada para facilitar el reclutamiento de profesionales de cualquier nacionalidad. A semejanza de lo que sucede en el Cern — Centro Europeo de Investigación Nuclear— o la Agencia Espacial Europea.

José Rivas se toma su nombramiento como «un reconocimiento a los grupos gallegos» que, sin apenas ruido, se han convertido en referencia a nivel internacional. Entre ellos, el que lidera el propio Rivas Rey en la Universidad de Santiago de Compostela, el Laboratorio de Magnetismo y Nanotecnología. Su vinculación a esta universidad se inició en 1982, cuando consiguió la plaza, procedente de la Universidad de Murcia.
La nanotecnología está muy ligada a su campo de especialización y José Rivas se subió a esta línea con gran interés. En 1986 colaboró en la organización del primer congreso internacional sobre Microscopía de Efecto Túnel —una herramienta de la que se ha dicho que es a la nanotecnología lo que el telescopio a la astronomía—, un foro en el que participó Heinrich Rohrer, que tres meses después recibiría el Premio Nobel de Física.
Es en torno a ese momento cuando crea, junto con el profesor Arturo López Quintela, el laboratorio, que iría creciendo en personal y proyectos hasta alcanzar la consideración que tiene hoy en día. Desde los 80, José Rivas ha registrado siete patentes, dirigido más de veinte tesis doctorales y publicado más de 350 artículos de investigación. Además, es cofundador de una ‘spin-off’ —una empresa nacida del grupo de investigación— denominada Nanogap. Es esta la trayectoria que lo ha avalado para dirigir el centro de Braga y para formar parte de comités científicos europeos sobre nanociencia.
Ahora su atención está centrada en sacar adelante este proyecto, que aspira a tener 200 científicos de los mejores en su campo en nómina y una plantilla total de 400 personas. Por ahora hay alrededor de 60 personas, pero José Rivas espera alcanzar su objetivo. «El reclutamiento lleva tiempo, porque intentamos atraer a los mejores. Es un proceso largo y los comités de selección son duros. A veces culminan con éxito y otras no», cuenta.
El centro está financiado al cincuenta por ciento por España y Portugal, pero el objetivo es que las aportaciones estatales disminuyan en favor de la búsqueda activa de fondos de los investigadores. Del mismo modo que se busca a los mejores científicos, también se pretende atraer a inversores interesados en crear empresas a partir de los desarrollos de la investigación o simplemente en comercializarlos. «No es un centro de funcionarios; es muy competitivo», matiza el profesor Rivas, que aclara que este es «un proyecto aplicado que ayuda a las empresas y a las universidades a estar a un nivel puntero».
Los investigadores del INL buscan nuevas aplicaciones en nanobiotecnología, nanomedicina, nanoelectrónica y nanomateriales en un complejo de 47.000 metros cuadrados con gimnasio, guardería o sala musical que pretende crear un ambiente favorable para la innovación al más alto nivel. «Si no lo hacemos nosotros, lo harán otros», dice el profesor Rivas, especialista en hacer de lo ínfimo proyectos de largo alcance.
¿QUIÉN ES?José Rivas Rey
CARGOCatedrático de Física en la universidad de Santiago. Director del Laboratorio Ibérico de Nanotecnología y del Laboratorio de Magnetismo y Nanotecnología de la USC.
CURRICULUMLicenciado en Física por la universidad de Valladolid; doctor por la misma institución. Especializado en cerámicas magnéticas en el Max-Planck-Institute, de Stuttgart (Alemania).


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