viernes, 17 de abril de 2009

Santuario de Santa María de Conforto, en A Pontenova.


El santuario de Santa María de Conforto, en A
Pontenova, es uno de los que más fieles congrega en la comarca a lo
largo de todo el año, movidos por la fe a la Virgen, una advocación que
se vive en esta parroquia desde el siglo XV.
Antes del actual edificio se levantaron otros dos templos, uno prerrománico
y otro que pudo ser visigótico.
La pequeña estatua de piedra policromada, encontrada en el siglo XVIII, se muestra vestida y con numerosas joyas.
El santuario perteneció hasta 1955 a la diócesis de Oviedo y era, junto al de Covadonga, el más importante del Principado.

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LLEGAR AL Santuario de Conforto
es hacerlo a un lugar donde el
tiempo se detuvo en cada piedra
de un templo cuya historia se pierde
en los siglos y cuyo culto se extiende
a tiempos inmemoriales.
Pero es también llegar a un espacio
religioso donde se combina la
paz y la tranquilidad que albergan
sus muros con una arquitectura de
gran valor a pesar de la humildad
con la que se refleja. Enclavada en
el centro del pueblo de Conforto,
situado en la carretera que une A
Pontenova y la localidad asturiana
de Taramundi, la iglesia se levanta
en el lugar que, según dice la
leyenda, eligió la propia Virgen.
Y es que según cuentan en un primer
momento el templo iba a levantarse
en el lugar de A Ermida,
pero lo que los obreros levantaban
de día, se deshacía de noche hasta
que se cambió su ubicación.
Más allá de la leyenda, el párroco
que rige actualmente el santuario,
Manuel García Paje, explica
que antes del edificio actual hubo
otras dos construcciones, una románica,
de la que se conserva una
gran cantidad de documentación
y otra que, pudo ser visigótica,
aunque no hay confirmación.
«Cando se excavou para facer o
museo, encontrouse un ventanal
prerrománico, que agora adorna
un dos do lateral dereito que se
cree que foi dese edificio primitivo
», asegura el párroco.
La imagen mariana venerada
en Conforto —que guarda un enorme
parecido con la Virgen de Covadonga,
algo que, según apunta
García Paje, «é casualidade, aínda
que este era xunto co de Covadonga
o lugar de peregrinación máis
importante da diócese de Oviedo»,
a la que perteneció esta parroquia
hasta el año 1955— fue encontrada
cuando se excavaba la tierra para
construir la fuente que se levanta
junto al templo, en el siglo XVIII.
La creencia popular les da a los
moros la autoría del enterramiento,
ya que, este pueblo soterraba
las imágenes de piedra para que
otros pueblos no las robaran ni
las profanaran. «Os moros enterraban
as figuras ó pe das fontes,
dos castaños ou nos cruces dos camiños,
nunca en sitios aillados»,
explica el sacerdote. Lo cierto es
que la pequeña figura de piedra
policromada, que mide un metro
cincuenta y preside el altar mayor
de la iglesia parroquial, conserva
de sus orígenes el cuerpo, pero en
la actualidad, además de aparecer
vestida, cuenta con numerosas joyas
que fueron donando los fieles
a lo largo de los siglos. Además,
tiene varios mantos, algunos de
ellos tejidos con hilos de oro y de
un gran valor.
NAUFRAGIO. Un milagro fue lo
que llevó a Gregorio Pérez de Pacios
y Salmeán, marino vecino del
lugar de Pacios, situado enfrente
de Conforto, a financiar la construcción
del templo. Según reza
en los documentos de la Iglesia,
este marino se encontró con una
fuerte tempestad en su vuelta de
Nueva España, el actual Méjico,
que hizo peligrar su vida y la de su
tripulación. En ese momento de
desesperación, echó mano de su
fe y prometió a la Virgen que si lo
sacaba «con bien» de aquel trance
le levantaría un templo, donde se
le veneraría por los siglos de los
siglos.
Una vez en tierra, donó 6.000
pesos de plata, lo que permitió
levantar la iglesia en tan sólo dos
años, de 1662 a 1664, con planos
del arquitecto y regidor de Viveiro,
Diego Ibañez Pacheco. Además, el
navegante aportó al nuevo templo,
que también guarda las imágenes
de la pequeña iglesia del siglo XIII
que ocupaba su lugar, gran cantidad
de objetos religiosos de plata
y oro, lo que se conoce como ‘O tesouro
de Gregorio’ y que en la actualidad
se guardan en el museo
que se levantó en el año 2000 para
mostrar todas estas riquezas.
REFUGIO. Los fieles que se acercan
a Conforto, lo hacen en busca de
refugio para los males del alma
y el espíritu, para los que no encuentran
‘conforto’ en otro lugar,
sin embargo, en 1700 también se
instauró como iglesia refugio, virtud
por la que una vez que caía la
tarde se convertía
en un lugar
donde la justicia
no podía actuar
contra los
prófugos que
se resguardaran
entre sus muros.
Y sigue siendo refugio lo que
buscan hoy en día la multitud de
personas que cada año se acercan
hasta este pequeño pueblo pontenovés
en procura de la protección
de su patrona o bien para pedirle
favores o darle las gracias. El sacerdote
cuenta que este santuario es
el más importante de la comarca
y el que registra un mayor número
de peregrinos a lo largo de todo el
año, pero «sobre todo na primaveira
e no verán». Otra fecha clave es
el 8 de septiembre, día grande del
santuario, en el que se suceden las
misas durante toda la mañana y
en el que se reciben miles de fieles.
«Un ano cheguei a dar 3.000
comunións, e non comulgaron
todos os que viñeron», reconoce
García Paje.
Además, el día 28 de septiembre
se repiten los mismos oficios
en el llamado ‘Conforto pequeno’,
como una segunda oportunidad
para aquellos que no pudieron
cumplir con el ritual el día 8. Sin
embargo, el goteo de gente que se
acerca al santuario es constante a
lo largo de todo el año y testimonio
de ello son las velas que dejan
encendidas, como ofrenda a la
Virgen, «mira as velas que quedaron
de onte, que foi un domingo
normal».

El Museo de Arte Sacro de Conforto, abierto en el año 2000, alberga los
objetos más valiosos del santuario. El más importante es una custodia para
exponer el Santísimo hecha con perlas y esmaltes. Las instalaciones pueden
visitarse los domingos después del oficio religioso.

Los fieles que se acercan a Conforto cumplen con el ritual de mojar un
pañuelo en la fuente y pasárselo por la cara antes de dejarlo colgado en los
alrededores. La creencia popular, de reminiscencias paganas, dice que una
vez que se caiga el pañuelo, ya deteriorado, la enfermedad desaparece.

La cueva, presidida por una Virgen de piedra, donde se consumen las velas
que dejan los fieles, es de reciente creación y se excavó con este fin después
de que un incendio, provocado por las velas que se dejaban en el altar mayor,
hiciera peligrar el edificio hace unos años.

Un enrejado
separa el altar de
la nave central
La característica arquitectónica
más reseñable del templo
es el enrejado que separa el
altar de la nave central, un
trabajo de rejería que confiere
cierto aire de señorío al interior,
que alberga el sepulcro de
su benefactor Gregorio Pérez
de Pacios y Salmeán. Otra de
las curiosidades que se pueden
encontrar son varias maquetas
de barcos, una de ellas
colgada en medio de la nave
central, en recuerdo también
de Pérez de Pacios.
Exterior
La sobriedad marca el estilo
exterior del templo, del que
destaca la esbelta torre y los
relieves de las puertas laterales.
Es llamativo, que sobre la
del lado derecho aparece esculpido
una figura del profeta
Mahoma.
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