domingo, 14 de diciembre de 2008

Pesca fluvial


LA GALICIA de los mil ríos
se queda sin salmones y
puede que hasta sin tru
chas. Ya ni siquiera haciendo
caso a las recomendaciones del
profesor Juan José Moralejo en su
‘Guía para pillar as troitas, miñas
amigas’, es posible regresar a casa
con una buena pescata.
El Eo ha sido hasta hace unos
años un río abundante en salmo
nes y truchas y en sus cotos de
Vilarmide, Xinzo o A Pontenova
se pescaba en cantidad. Pero ade
más, durante el verano, tenían
estas aguas un aliciente añadido:
las numerosas crías de salmón
que con gran voracidad entraban a
la pluma en los amaneceres o a la
atardecida. Se volvían al río pero
cuando picaba un ‘pinto’, su lucha
hasta la orilla era un deleite.
El salmón no sólo atraía a los
pescadores sino a los afi cionados
a los fogones y en A Pontenova, en
‘La Cubana’ Eustaquio y su esposa
hacían las delicias de los gastróno
mos con el salmón al papillón, o
sea, una rodaja del pescado abra
zada por dos lonchas de jamón,
envuelto todo en papel de estraza
y cocinado al horno.

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L A GALICIA de los mil ríos
se queda sin salmones y
puede que hasta sin tru
chas. Ya ni siquiera haciendo
caso a las recomendaciones del
profesor Juan José Moralejo en su
‘Guía para pillar as troitas, miñas
amigas’, es posible regresar a casa
con una buena pescata.
Los salmones huyen del río Eo
y después de aquel año glorioso de
 en que se capturaron más de
., su presencia en estas aguas
fue disminuyendo, primero con
una rara enfermedad en la piel
y diversas manchas y, posterior
mente, desapareciendo.
El Eo ha sido hasta hace unos
años un río abundante en salmo
nes y truchas y en sus cotos de
Vilarmide, Xinzo o A Pontenova
se pescaba en cantidad. Pero ade
más, durante el verano, tenían
estas aguas un aliciente añadido:
las numerosas crías de salmón
que con gran voracidad entraban a
la pluma en los amaneceres o a la
atardecida. Se volvían al río pero
cuando picaba un ‘pinto’, su lucha
hasta la orilla era un deleite.
El salmón no sólo atraía a los
pescadores sino a los afi cionados
a los fogones y en A Pontenova, en
‘La Cubana’ Eustaquio y su esposa
hacían las delicias de los gastróno
mos con el salmón al papillón, o
sea, una rodaja del pescado abra
zada por dos lonchas de jamón,
envuelto todo en papel de estraza
y cocinado al horno.
Pero los salmones comenzaron
a enfermar y a llegar en menor
cantidad. Se repobló, pero se hizo
al estilo de aquí, con salmones que
no habían nacido en el Eo y por lo
tanto, no volvían a él.
En cuento a la trucha, es cierto
que hay poca y sí mucha caña por
lo que cada vez más se desanima
uno a la hora de ir de pesca pues
entre la carencia de salmónidos
y la Guardia Civil, que considera
que cada pescador es un delin
cuente en potencia, no merece la
pena gastar en coto, comida y ga
solina para volver a casa cabreado
luego de haber tirado tres truchas
que no daban la talla, con la boca
destrozada por la cucharilla y que
a buen seguro morirán. Y es que a
uno le va lo de pescar por hacer de
porte, pero también como huma
no depredador, me gusta volver
con unas cuantas piezas en la ces
tera para compartir con la familia
mientras cuento cómo se me esca
pó aquella de kilo y medio.
Menos mal que me quedan en
la memoria aquellas pescatas,
siendo un niño, con mi padre y
sus amigos en el Serrucho, por
tierras de Navia, y el regreso, con
los cuerpos molidos, las cesteras
llenas y satisfechos. Qué bonito
es ahora el recuerdo pero que duro
resulta bajar a la realidad.

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