martes, 27 de febrero de 2018

Historia de las minas de Villaodrid (y 14). El ocaso del proyecto de Julio Lazúrtegui por Gabriel Ramallal


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Historia de las minas de Villaodrid (y 14). El ocaso del proyecto de Julio Lazúrtegui por Gabriel Ramallal

Tanto la caída en el cambio de la libra como la pérdida de ley del mineral rubio habían comprometido seriamente la rentabilidad de la sociedad minera. Las acciones de la SMV cotizaban en la bolsa de Bilbao y su evolución muestra con claridad las expectativas del mercado sobre el futuro de la empresa. Entre 1906 y 1914 el valor de mercado  de la acción, obtenido de la revista “El financiero hispano - americano” (A-1), evolucionó tal como muestra el gráfico (Tabla 14.1).

En los tres primeros años, 1903 a 1905, la SMV no había repartido dividendos. Debido al año excepcional de 1906 con ventas de 180.000 toneladas y a los buenos precios del mineral en 1907, las acciones se aprecian fuertemente en el mercado de Bilbao llegando a alcanzar, el día 6 de septiembre de 1907, una cotización de 168; un 68 % por encima de su valor nominal.
Durante 1908, 1909 y 1910 la cotización se sitúa en el entorno de 120 porque, aunque los buenos precios de 1907 no habían tenido continuidad, la SMV distribuía todos los años un dividendo del 5 % o el 6 %. Es a partir del año desastroso de 1911 cuando las acciones caen por debajo de su valor nominal hasta situarse en un 65 % en el año 1914.
Una vez finalizado el conflicto bélico la SMV reanuda sus ventas, si bien en cantidades mucho más pequeñas que antes del estallido de la guerra. Las ventas de los años 1920, 1921 y 1922 fueron (Tabla 14.2):

En primer lugar hay que decir que todas las ventas, con excepción de las 2.068 toneladas de rubio de 1922 se hacen en pesetas. A causa de las grandes emisiones monetarias inglesas para financiar la guerra, emisiones que legalmente no tenían el respaldo del patrón oro, la libra había dejado de ser la moneda de referencia universal. Llama la atención el bajo precio concedido a Walter Loeck (A-2) que, sin duda, se debe a un pacto entre caballeros en el cual la SMV le mantiene los bajos precios acordados en sus contratos con la GDK de 625.000 toneladas firmados en 1911, de los que quedaban pendientes de envío al iniciarse la guerra 286.000 toneladas, si bien esos precios se aplican sólo a 2.963 toneladas de rubio y a 45.234 toneladas de carbonato. En el total de los tres años las ventas se elevan a 145.468 toneladas que suponen poco más de una tercera parte de las ventas medias anuales de los años anteriores a la guerra.
Debido al inicio de la guerra y al cierre del Canal de la Mancha las ventas de mineral español habían quedado reducidas a las siderurgias de Gran Bretaña. Una vez finalizado el conflicto la caída de la demanda, consecuencia de los miles y miles de toneladas de buen acero fácilmente reciclables, que yacían por los campos de Europa y a la pérdida de capacidad productiva de las siderurgias alemanas, agravada además por la incorporación de nuevos países en la oferta de mineral, deriva en el final de la época dorada del hierro español. En el gráfico que aparece a continuación se ve la evolución de la producción del mineral de hierro en Vizcaya (A-3) y en España (A-4) desde 1880 hasta los años treinta del siglo XX (Tabla 14.3).

Desde 1880 hasta 1899 el predominio de Vizcaya es casi absoluto, más de un 80 % de la producción nacional corresponde a las Encartaciones; con el cambio de siglo, atraídos por las excepcionales rentabilidades que producía el laboreo del hierro se incorporan nuevos yacimientos, sobre todo en las provincias de Almería y Teruel, y la producción nacional llega a alcanzar los nueve millones y medio de toneladas pero Vizcaya no participa en ese aumento, no sólo eso sino que va reduciendo (A-5) su producción desde los seis millones de toneladas hasta los cuatro y medio de la primera década del siglo XX. A partir del inicio del conflicto armado la producción de hierro de las Encartaciones cae por debajo de los tres millones de toneladas y la nacional, una vez finalizada la guerra, por debajo de los tres millones y medio. El ciclo del hierro español había terminado; Vizcaya reduce su producción a menos de la mitad, la SMV a una tercera parte haciendo inviable económicamente la empresa.
La explotación de las minas de Villaodrid, primera parte del grandioso proyecto de don Julio Lazúrtegui, con su tardía incorporación al mercado en 1903 supone que sólo durante cinco años disfrute de las magníficas rentabilidades que deparaba este negocio, con unos EBITDAS del 45 % del valor de las ventas. En los años previos a la guerra europea el resultado antes de intereses y amortizaciones baja al 25 % poniendo fin al sueño de la explotación del arco de yacimientos férricos que desde la comarca del Bierzo, subiendo por los municipios de Puebla de Brollón, Incio, Fonsagrada y Villaodrid, terminaría en el puerto de Ribadeo para, desde allí, seguir su camino hacia las grandes acerías europeas.
A partir del año 1909 las malas noticias, los reveses y los infortunios fueron cayendo inexorablemente sobre la Sociedad Minera de Villaodrid; primero fue la magnitud del desplome de la libra que probablemente no se esperase ni en los pronósticos más pesimistas (A-6), después la pobreza del mineral de la Consuelo y, sobre todo, la Boulloso y la consecuente pérdida del mercado escocés, más tarde los malos resultados del análisis del mineral de las minas de San Pedro del Río, a continuación el estallido de la Gran Guerra y el cierre del Canal de la Mancha y, por último, el parco apoyo de las instituciones públicas a los ferrocarriles secundarios fueron una losa imposible de levantar para la SMV que por su empuje, por su dinamismo y por su espíritu emprendedor sobradamente demostrado en 1909 al poner simultáneamente en marcha los proyectos de líneas férreas a Lugo y Villafranca, las investigaciones sobre las minas de Fonsagrada y su apoyo al dragado del puerto de Ribadeo, quizá mereció algo de mejor fortuna que, finalmente, no le fue concedida.
Y todo se desmoronó.
 Historia de las minas de Villaodrid (y 14). El ocaso del proyecto de Julio Lazúrtegui.

Tanto la caída en el cambio de la libra como la pérdida de ley del mineral rubio habían comprometido seriamente la rentabilidad de la sociedad minera. Las acciones de la SMV cotizaban en la bolsa de Bilbao y su evolución muestra con claridad las expectativas del mercado sobre el futuro de la empresa. Entre 1906 y 1914 el valor de mercado  de la acción, obtenido de la revista “El financiero hispano - americano” (A-1), evolucionó tal como muestra el gráfico (Tabla 14.1).
En los tres primeros años, 1903 a 1905, la SMV no había repartido dividendos. Debido al año excepcional de 1906 con ventas de 180.000 toneladas y a los buenos precios del mineral en 1907, las acciones se aprecian fuertemente en el mercado de Bilbao llegando a alcanzar, el día 6 de septiembre de 1907, una cotización de 168; un 68 % por encima de su valor nominal.
Durante 1908, 1909 y 1910 la cotización se sitúa en el entorno de 120 porque, aunque los buenos precios de 1907 no habían tenido continuidad, la SMV distribuía todos los años un dividendo del 5 % o el 6 %. Es a partir del año desastroso de 1911 cuando las acciones caen por debajo de su valor nominal hasta situarse en un 65 % en el año 1914.
Una vez finalizado el conflicto bélico la SMV reanuda sus ventas, si bien en cantidades mucho más pequeñas que antes del estallido de la guerra. Las ventas de los años 1920, 1921 y 1922 fueron (Tabla 14.2):
En primer lugar hay que decir que todas las ventas, con excepción de las 2.068 toneladas de rubio de 1922 se hacen en pesetas. A causa de las grandes emisiones monetarias inglesas para financiar la guerra, emisiones que legalmente no tenían el respaldo del patrón oro, la libra había dejado de ser la moneda de referencia universal. Llama la atención el bajo precio concedido a Walter Loeck (A-2) que, sin duda, se debe a un pacto entre caballeros en el cual la SMV le mantiene los bajos precios acordados en sus contratos con la GDK de 625.000 toneladas firmados en 1911, de los que quedaban pendientes de envío al iniciarse la guerra 286.000 toneladas, si bien esos precios se aplican sólo a 2.963 toneladas de rubio y a 45.234 toneladas de carbonato. En el total de los tres años las ventas se elevan a 145.468 toneladas que suponen poco más de una tercera parte de las ventas medias anuales de los años anteriores a la guerra.
Debido al inicio de la guerra y al cierre del Canal de la Mancha las ventas de mineral español habían quedado reducidas a las siderurgias de Gran Bretaña. Una vez finalizado el conflicto la caída de la demanda, consecuencia de los miles y miles de toneladas de buen acero fácilmente reciclables, que yacían por los campos de Europa y a la pérdida de capacidad productiva de las siderurgias alemanas, agravada además por la incorporación de nuevos países en la oferta de mineral, deriva en el final de la época dorada del hierro español. En el gráfico que aparece a continuación se ve la evolución de la producción del mineral de hierro en Vizcaya (A-3) y en España (A-4) desde 1880 hasta los años treinta del siglo XX (Tabla 14.3).
Desde 1880 hasta 1899 el predominio de Vizcaya es casi absoluto, más de un 80 % de la producción nacional corresponde a las Encartaciones; con el cambio de siglo, atraídos por las excepcionales rentabilidades que producía el laboreo del hierro se incorporan nuevos yacimientos, sobre todo en las provincias de Almería y Teruel, y la producción nacional llega a alcanzar los nueve millones y medio de toneladas pero Vizcaya no participa en ese aumento, no sólo eso sino que va reduciendo (A-5) su producción desde los seis millones de toneladas hasta los cuatro y medio de la primera década del siglo XX. A partir del inicio del conflicto armado la producción de hierro de las Encartaciones cae por debajo de los tres millones de toneladas y la nacional, una vez finalizada la guerra, por debajo de los tres millones y medio. El ciclo del hierro español había terminado; Vizcaya reduce su producción a menos de la mitad, la SMV a una tercera parte haciendo inviable económicamente la empresa.
La explotación de las minas de Villaodrid, primera parte del grandioso proyecto de don Julio Lazúrtegui, con su tardía incorporación al mercado en 1903 supone que sólo durante cinco años disfrute de las magníficas rentabilidades que deparaba este negocio, con unos EBITDAS del 45 % del valor de las ventas. En los años previos a la guerra europea el resultado antes de intereses y amortizaciones baja al 25 % poniendo fin al sueño de la explotación del arco de yacimientos férricos que desde la comarca del Bierzo, subiendo por los municipios de Puebla de Brollón, Incio, Fonsagrada y Villaodrid, terminaría en el puerto de Ribadeo para, desde allí, seguir su camino hacia las grandes acerías europeas.
A partir del año 1909 las malas noticias, los reveses y los infortunios fueron cayendo inexorablemente sobre la Sociedad Minera de Villaodrid; primero fue la magnitud del desplome de la libra que probablemente no se esperase ni en los pronósticos más pesimistas (A-6), después la pobreza del mineral de la Consuelo y, sobre todo, la Boulloso y la consecuente pérdida del mercado escocés, más tarde los malos resultados del análisis del mineral de las minas de San Pedro del Río, a continuación el estallido de la Gran Guerra y el cierre del Canal de la Mancha y, por último, el parco apoyo de las instituciones públicas a los ferrocarriles secundarios fueron una losa imposible de levantar para la SMV que por su empuje, por su dinamismo y por su espíritu emprendedor sobradamente demostrado en 1909 al poner simultáneamente en marcha los proyectos de líneas férreas a Lugo y Villafranca, las investigaciones sobre las minas de Fonsagrada y su apoyo al dragado del puerto de Ribadeo, quizá mereció algo de mejor fortuna que, finalmente, no le fue concedida.
Y todo se desmoronó.
 Historia de las minas de Villaodrid (y 14). El ocaso del proyecto de Julio Lazúrtegui.

Tanto la caída en el cambio de la libra como la pérdida de ley del mineral rubio habían comprometido seriamente la rentabilidad de la sociedad minera. Las acciones de la SMV cotizaban en la bolsa de Bilbao y su evolución muestra con claridad las expectativas del mercado sobre el futuro de la empresa. Entre 1906 y 1914 el valor de mercado  de la acción, obtenido de la revista “El financiero hispano - americano” (A-1), evolucionó tal como muestra el gráfico (Tabla 14.1).
En los tres primeros años, 1903 a 1905, la SMV no había repartido dividendos. Debido al año excepcional de 1906 con ventas de 180.000 toneladas y a los buenos precios del mineral en 1907, las acciones se aprecian fuertemente en el mercado de Bilbao llegando a alcanzar, el día 6 de septiembre de 1907, una cotización de 168; un 68 % por encima de su valor nominal.
Durante 1908, 1909 y 1910 la cotización se sitúa en el entorno de 120 porque, aunque los buenos precios de 1907 no habían tenido continuidad, la SMV distribuía todos los años un dividendo del 5 % o el 6 %. Es a partir del año desastroso de 1911 cuando las acciones caen por debajo de su valor nominal hasta situarse en un 65 % en el año 1914.
Una vez finalizado el conflicto bélico la SMV reanuda sus ventas, si bien en cantidades mucho más pequeñas que antes del estallido de la guerra. Las ventas de los años 1920, 1921 y 1922 fueron (Tabla 14.2):
En primer lugar hay que decir que todas las ventas, con excepción de las 2.068 toneladas de rubio de 1922 se hacen en pesetas. A causa de las grandes emisiones monetarias inglesas para financiar la guerra, emisiones que legalmente no tenían el respaldo del patrón oro, la libra había dejado de ser la moneda de referencia universal. Llama la atención el bajo precio concedido a Walter Loeck (A-2) que, sin duda, se debe a un pacto entre caballeros en el cual la SMV le mantiene los bajos precios acordados en sus contratos con la GDK de 625.000 toneladas firmados en 1911, de los que quedaban pendientes de envío al iniciarse la guerra 286.000 toneladas, si bien esos precios se aplican sólo a 2.963 toneladas de rubio y a 45.234 toneladas de carbonato. En el total de los tres años las ventas se elevan a 145.468 toneladas que suponen poco más de una tercera parte de las ventas medias anuales de los años anteriores a la guerra.
Debido al inicio de la guerra y al cierre del Canal de la Mancha las ventas de mineral español habían quedado reducidas a las siderurgias de Gran Bretaña. Una vez finalizado el conflicto la caída de la demanda, consecuencia de los miles y miles de toneladas de buen acero fácilmente reciclables, que yacían por los campos de Europa y a la pérdida de capacidad productiva de las siderurgias alemanas, agravada además por la incorporación de nuevos países en la oferta de mineral, deriva en el final de la época dorada del hierro español. En el gráfico que aparece a continuación se ve la evolución de la producción del mineral de hierro en Vizcaya (A-3) y en España (A-4) desde 1880 hasta los años treinta del siglo XX (Tabla 14.3).
Desde 1880 hasta 1899 el predominio de Vizcaya es casi absoluto, más de un 80 % de la producción nacional corresponde a las Encartaciones; con el cambio de siglo, atraídos por las excepcionales rentabilidades que producía el laboreo del hierro se incorporan nuevos yacimientos, sobre todo en las provincias de Almería y Teruel, y la producción nacional llega a alcanzar los nueve millones y medio de toneladas pero Vizcaya no participa en ese aumento, no sólo eso sino que va reduciendo (A-5) su producción desde los seis millones de toneladas hasta los cuatro y medio de la primera década del siglo XX. A partir del inicio del conflicto armado la producción de hierro de las Encartaciones cae por debajo de los tres millones de toneladas y la nacional, una vez finalizada la guerra, por debajo de los tres millones y medio. El ciclo del hierro español había terminado; Vizcaya reduce su producción a menos de la mitad, la SMV a una tercera parte haciendo inviable económicamente la empresa.
La explotación de las minas de Villaodrid, primera parte del grandioso proyecto de don Julio Lazúrtegui, con su tardía incorporación al mercado en 1903 supone que sólo durante cinco años disfrute de las magníficas rentabilidades que deparaba este negocio, con unos EBITDAS del 45 % del valor de las ventas. En los años previos a la guerra europea el resultado antes de intereses y amortizaciones baja al 25 % poniendo fin al sueño de la explotación del arco de yacimientos férricos que desde la comarca del Bierzo, subiendo por los municipios de Puebla de Brollón, Incio, Fonsagrada y Villaodrid, terminaría en el puerto de Ribadeo para, desde allí, seguir su camino hacia las grandes acerías europeas.
A partir del año 1909 las malas noticias, los reveses y los infortunios fueron cayendo inexorablemente sobre la Sociedad Minera de Villaodrid; primero fue la magnitud del desplome de la libra que probablemente no se esperase ni en los pronósticos más pesimistas (A-6), después la pobreza del mineral de la Consuelo y, sobre todo, la Boulloso y la consecuente pérdida del mercado escocés, más tarde los malos resultados del análisis del mineral de las minas de San Pedro del Río, a continuación el estallido de la Gran Guerra y el cierre del Canal de la Mancha y, por último, el parco apoyo de las instituciones públicas a los ferrocarriles secundarios fueron una losa imposible de levantar para la SMV que por su empuje, por su dinamismo y por su espíritu emprendedor sobradamente demostrado en 1909 al poner simultáneamente en marcha los proyectos de líneas férreas a Lugo y Villafranca, las investigaciones sobre las minas de Fonsagrada y su apoyo al dragado del puerto de Ribadeo, quizá mereció algo de mejor fortuna que, finalmente, no le fue concedida.
Y todo se desmoronó.

Aclaraciones a la entrega 14 de la historia de las minas de Villaodrid

 Uno. Los valores que se muestran en el gráfico son la media simple de las cotizaciones del último mes de cada trimestre. No obstante, tenemos como contraste la cotización media del año, correctamente calculada, para liquidar el tributo correspondiente al timbre de las acciones, que tomaba como base el valor medio de mercado de las acciones salvo que fuese inferior al nominal, en cuyo caso se tomaba el nominal para calcular el tributo. Estos valores son: 1907… 149,01; 1908… 121,08; 1909… 127,43; 1910… 120,72, muy en concordancia con los que se presentan en el gráfico. Esta revista está disponible en la página web de la Biblioteca Nacional, dentro de la sección “hemeroteca digital”. 

Dos. A partir de la finalización de la guerra las facturas de la SMV dirigidas a Alemania ya no van a nombre de la Gewerkschaft Deutscher Kaiser, sino a su representante Water Loeck. 

Tres. José María Goytia. “El hierro en Vizcaya”; en la página 22 muestra la media anual de la producción de hierro de las Encartaciones en los años 1884 hasta 1939, presentando los datos por quinquenios. 

Cuatro. Francisco Comin. “Hacienda y Economía en la España contemporánea. 1800 - 1936”. Edición de 1988. Tomo II, página 554. Es la producción media anual de hierro tomada por quinquenios. 

Cinco. Aunque no tengo datos precisos, creo que el agotamiento del magnífico mineral campanil y el buen rubio, con leyes por encima del 50 %, se empieza a producir con el cambio de siglo. 

Seis. Es probable que la repatriación de capitales procedentes de Cuba y Puerto Rico y la consecuente mejora en la balanza de pagos no sorprendiera a nadie, pero la excelente gestión y la reforma tributaria de Raimundo Fernández Villaverde consiguiendo liquidaciones presupuestarias equilibradas durante la primera década del siglo XX y una inflación muy reducida debió ser una sorpresa para todo el mundo, habida cuenta de la historia de las finanzas públicas españolas a lo largo del siglo XIX.
 
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