Historia de las minas de Villaodrid. (1) El proyecto de Julio Lazúrtegui.
Por Gabriel Ramallal
A partir de la
implantación generalizada en Europa del convertidor Bessemer para la
fabricación de aceros, el mineral de hierro español, liderado por los
magníficos yacimientos de las Encartaciones en Vizcaya, conquista los mercados
europeos. Según M. W. Flinn, de los 188 millones de toneladas que había
importado Gran Bretaña entre 1871 y 1914, el 80 % procedía de España. Dentro de
este periodo, los años comprendidos entre 1896 y 1905 conformaron la época
dorada del mineral de hierro español; los extraordinarios beneficios logrados
por las empresas mineras a lo largo de esos años fueron consecuencia de que la libra
esterlina – moneda en que se fijaban los precios del mineral de hierro – cotizó
siempre por encima de las 30 pesetas / libra, lo que propició, gracias también
al aprovechamiento industrial de los hierros fosfóricos como es el caso del
mineral de Villaodrid, que yacimientos situados en otras provincias se uniesen
a los vizcaínos, llevando la producción española de mineral de hierro hasta el
entorno de los siete a los diez millones de toneladas anuales.
Así las cosas,
poco antes de iniciarse el siglo XX, Julio Lazúrtegui[1]
entra en contacto con la empresa Sucesores de J B Rochet, propietarios de
algunos cotos de mineral de hierro en Vizcaya ya en explotación en los últimos
años del siglo XIX y, además, de los yacimientos de mineral de Villaodrid y del
enorme coto Wagner en Molinaseca, en la comarca del Bierzo. Les da a conocer el
proyecto que había concebido, consistente en poner en explotación ambos
yacimientos y construir un ferrocarril que, partiendo del Bierzo y pasando por
Villaodrid, terminase en el puerto de Ribadeo desde donde se embarcaría el
mineral con destino a las grandes siderurgias de Gran Bretaña y Alemania. Proponía
un ferrocarril propio para evitar las altísimas tarifas que sobre el transporte
de mineral cobraban las líneas férreas ya construidas que desde Villafranca del
Bierzo podían llevar el mineral a los puertos de Vigo o A Coruña. Los Sucesores
de J B Rochet aceptan el proyecto y le ofrecen a Julio Lazúrtegui la
representación de sus negocios.
Las reservas de
mineral de Villaodrid, calculadas en unos tres millones de toneladas, no
garantizaban una rentabilidad adecuada a las grandes inversiones necesarias
para su puesta en explotación y transporte; el negocio estaba en las enormes
reservas estimadas del yacimiento Wagner, que se podían evaluar alrededor de
doscientos millones de toneladas[2].
Dadas las enormes
inversiones que exigía el proyecto y que necesitaban de financiación ajena, el
plan de Julio Lazúrtegui consistía en hacerlo por etapas, de forma que una vez
puesta en marcha la primera fase, con los beneficios que generase, se pudiese
devolver una parte sustancial de los préstamos contraídos y, a continuación,
afrontar la siguiente fase. De la correspondencia de la Sociedad Minera de
Villaodrid[3]
se puede inferir que las fases del plan diseñado eran las siguientes:
a)
Construcción de un ferrocarril desde las minas
de Villaodrid hasta el cargadero de Puerto Estrecho, cerca de Ribadeo.
b)
Puesta en explotación de las minas de
Villaodrid, empezando por la Vieiro y la Luisa, para continuar con las Consuelo
y Boulloso.
c)
Construcción del ferrocarril desde Villaodrid
hasta las minas de San Pedro del Río en Fonsagrada
d)
Puesta en explotación de las minas de Fonsagrada
mediante un contrato de arrendamiento de las minas, propiedad de José Vila
Vazquez y de la comanditaria R Soler.
e)
Continuación del ferrocarril hasta Villafranca
del Bierzo con un ramal a las minas de Incio y Puebla del Brollón, si fuesen
rentables.
f)
Puesta en explotación de los enormes filones del
coto Wagner.
g)
Construcción de una siderurgia en Ponferrada
para la fabricación de aceros.
Inmediatamente
se acomete la puesta en marcha de los negocios. El día 17 de marzo de 1900 se
constituye la Sociedad Minera de Villaodrid ante el notario de Bilbao don
Francisco Hurtado de Saracho. Se crea con un capital social de 4.000.000 de
pesetas[4]
dividido en ocho mil acciones de 500 pesetas cada una. Los Sucesores de J B
Rochet aportan a la sociedad las minas de Villaodrid que se valoran en
1.225.000 pesetas, recibiendo a cambio 2.450 acciones totalmente liberadas,
además suscriben 800 acciones más con lo que su participación se elevaba al
40,625 % del capital social; don Julio Lazúrtegui suscribe 329 acciones, el
4,11 % del capital. Todas las acciones quedan suscritas salvo 200, que se
quedan como autocartera de la compañía y así aparecen en la contabilidad de la
sociedad hasta el año 1906 en que se ofrecen a sus accionistas.
A
partir de entonces un grupo de profesionales, ingenieros, técnicos, delineantes
procedentes de Bilbao empiezan a recorrer el tramo del río Eo que transcurre
entre Villaodrid y su desembocadura levantando planos, diseñando túneles,
viaductos y tajeas, estableciendo las secciones en desmontes, terraplenes,
media ladera y muros, proyectando, en fin, la construcción de un ferrocarril que
llevase el mineral de hierro hasta un cargadero que se haría en el lugar
llamado Puerto Estrecho, cerca de Ribadeo.
Por
fin, la Gaceta de Madrid[5]
(el BOE de entonces) publica el 30 de junio de 1901 la concesión a la Sociedad
Minera de Villaodrid de la línea de ferrocarril desde Puente Nuevo hasta Puerto
Estrecho en la ría de Ribadeo estableciendo que dicha línea no tendría ninguna
subvención del Estado, ni directa ni indirecta, pero quedaba declarada de
utilidad pública a los efectos de expropiación forzosa y ocupación de los
terrenos de dominio público, otorgando la concesión por un periodo de 99 años.
[1]
Julio Lazúrtegui Gonzalez, hijo de un indiano vizcaíno
adinerado, trabajó como ingeniero de minas en la sociedad minera Orconera en
Vizcaya, durante cinco años realizó estudios de economía y comercio en Francia,
Inglaterra y Alemania y posteriormente visitó y estudió en profundidad las
minas de hierro de Suecia. Hombre excepcionalmente culto y con dominio de
varios idiomas fue un referente sobre los negocios mineros y siderúrgicos en la
España de principios del siglo XX.
[2]
En un excelente trabajo de Carlos Menéndez Suarez
“Breve aportación a la historia minera
del coto Wagner…” se citan las cubicaciones realizadas por los ingenieros
Benoist y Dörpinghaus que calculaban unas reservas de 162 y 248 millones de
toneladas de mineral respectivamente.
[3]
Los libros de contabilidad y los libros
copiadores de cartas de la Sociedad Minera de Villaodrid están depositados en
el Archivo Universitario de Santiago de Compostela.
[4]
Para hacerse una idea del valor de una peseta de
entonces, como aproximación podemos calcularle una equivalencia de unos 10 ó 12
euros actuales.
[5] En la página web “boe serie históricas” están
disponibles todos los Boletines Oficiales del Estado desde sus inicios.