Quedan pocas horas para que el hombre y la naturaleza viva
se enfrenten con las armas que tienen,
la destreza en usar la caña y el instinto del pez tatuado, sabio y rey del lecho del rio Eo.
Ya se siente el pálpito del agua remansada y el lloro
pausado de la corriente, ambos guardan en
secreto codiciado del que sera el tramo más propicio que le asignen en
sorteo al concursante que llegara a las capturas
suficientes para alzar el trofeo de ganador. El Rio seguira su curso y cuidando
en su vientre las aletadas vidas y brillara como coliseo adornado de estandartes esparciendo
el eco de los vitores a los gladiadores
vencedores.
La pesca de la vida que sube y baja el armonioso cauce hasta
el mar de los cántabros, constituye un orgullo para quienes lo ven y lo sienten
desde las entrañas de Fonteo, sorteando las curvas, batiendo contra cantos, ocultándose en las orillas frondosas,
gozando del baño de las musas, velando los escondites de los duendes y bailando
al son del canto de sus aguas que como reinas atraviesan la villa.
En esta precisa hora, las cañas descansan, los apetrechos
cuelgan, los cebos engordan o lucen sus pelos y plumajes engañosos, mientras
los competidores ya solo concilian el
sueño cuando los amaneceres penetran en cada tramo numerado.
Los que esten presentes
al cierre del evento, sentirán la íntriga de quién o quienes serán los
trofeados, del peso más logrado y de la trucha del rio más hermosa que picó por
codicia o por falta de tiempo para darse la vuelta y seguir su juguetón camino.
Las aguas serán los únicos testigos de la lucha del hombre
con el pez, del arte en la lucha con lo innato natural, las de remanso y pozo
gozarán por más tiempo del juego del sedal con el anzuelo templado en superficie , mientras el ir y
el venir de la atrevida trucha no cesara sin la certeza de su destino, pero el caudal que discurre con
apuro , fugaz en su camino aplaudirá a esos pescadores en la orilla o metidos ,
que solo están atentos al tensar de la
cuerda o a probar lance en otra dirección.
La Fiesta es de todos los venidos y ausentes, A Pontenova
lucirá los trajes reservados para honrar a la trucha y este eterno Eo , testigo
del propio nacimiento de este pueblo.