Fuente: El Progreso |
El navío, por el momento, va a toda vela y el ejecutivo provincial está poniendo en marcha, de forma prioritaria, las inversiones destinadas a los ejes principales sobre los que pretende que gire su acción de gobierno: el bienestar social, el empleo y la ayuda a los ayuntamientos de menor entidad poblacional.
En el ámbito de la política social, también esta semana, la junta de gobierno aprobó las bases para la distribución de los 1,5 millones destinados a los convenios que firmará con los ayuntamientos para la financiación del Servicio de Axuda no Fogar (SAF). Se trata de una inyección de fondos imprescindible para los concellos que, desde que la Xunta cortó el suministro para estas prestaciones, solo reciben el apoyo económico de la institución provincial.
Por lo que refiere al empleo, la Diputación tiene preparadas acciones formativas y de integración laboral, por importe de cinco millones, que son prioritarias en los planes del gobierno que preside Campos y de las que se ocupa directamente el nuevo hombre fuerte de la institución, el supervicepresidente, Álvaro Santos.
En cuanto a la colaboración con los ayuntamientos, el Plan de Obras y Servicios (POS), imprescindible para los concellos de la provincia, está ya aprobado y el inicio de los proyectos solo depende de la tramitación burocrática.
La provincia respira aliviada, porque la parálisis a la que estuvo sometida la institución estaba teniendo unas repercusiones muy negativas. Según los cálculos que realizó el equipo de Campos, cuando la posibilidad de aprobar el presupuesto era más bien remota, continuar con las cuentas de 2015 prorrogadas durante este año supondría que en la provincia de Lugo se dejarían de invertir unos 30 millones de euros. No es que esta cantidad se perdiese, sino que el dinero pasaría a engrosar un bote para el próximo ejercicio, pero sin esta inyección de fondos públicos, los ayuntamientos, las asociaciones, las empresas y, de forma indirecta, hasta el empleo se verían perjudicados.
El comienzo de la ejecución del presupuesto marca el inicio de una nueva etapa en la Diputación, de otra singladura para el buque de San Marcos, dirigido por un gobierno más en minoría que nunca, con solo 10 de los 25 diputados de la corporación. Sin embargo, en el fondo, la situación política de la entidad no ha variado en lo esencial, ya que con la ruptura del pacto con el BNG, el gobieno perdió dos diputados, pero, al fin y al cabo, con ellos o sin ellos, estaba y sigue estando en minoría.
El equipo de Campos tendrá que negociar con el PP, con el BNG y con el no adscrito si quiere seguir sacando los temas adelante. Los votos del Bloque solo no le llegan; el de Martínez, tampoco, por lo que tendrá que continuar pactando con el PP, con los nacionalistas y el no adscrito al mismo tiempo o con todos a la vez. Cualquier combinación que sume los votos es posible.
En principio, la navegación no tiene porque resultarle tan complicada como hasta ahora. Parece que está cambiando el talante de los protagonistas, aparentemente más dispuestos a dialogar, a entenderse y a llegar a pactos, lo que podría marcar el devenir en los próximos tres años y, lo fundamental, evitar con el consenso que el navío de San Marcos vuelva a navegar a la deriva y acabe en puerto seco.