La voluntad, el esfuerzo y la paciencia guían desde hace poco más de dos
años el día a día de Ramón Pedro Díaz López. El 24 de febrero del 2010,
este maestro lucense de 51 años, natural de A Pontenova, sufrió un
grave accidente de tráfico en Bóveda, cuando regresaba con tres
compañeros del colegio de O Incio, donde era director. El suceso causó
una gran conmoción. Pedro, que viajaba en el asiento del copiloto, tuvo
que ser excarcelado y trasladado al hospital de Monforte. Y de allí al
de A Coruña «porque ya no sentía las piernas», relata. Tras enfrentar
complicaciones respiratorias, un virus o una operación en la que le
realizaron un injerto en la vértebra, fue llevado a la unidad de
lesionados medulares del CHUAC. Encamado. «Desde el pecho no siento
nada. De cabeza no tengo ningún problema, pero del resto del cuerpo solo
puedo mover los brazos, y de aquella ni eso», cuenta.
En esa planta, los especialistas comenzaron a trabajar con sus brazos de forma pasiva para intentar recuperar movimiento, pero la evolución no fue la esperada. «Salí del hospital con la idea clara de que tenía que seguir trabajando», relata. Volver a Lugo supuso un cambio de vida radical, con mudanza incluida. Ahora vive con su mujer y sus hijos, de 17 y 13 años, en un piso que se adapta a sus necesidades. Ellos y su padre -su madre falleció hace meses- son su mejor apoyo. También sus amigos, que lo visitan y se reúnen con él para ver los partidos.
En esa planta, los especialistas comenzaron a trabajar con sus brazos de forma pasiva para intentar recuperar movimiento, pero la evolución no fue la esperada. «Salí del hospital con la idea clara de que tenía que seguir trabajando», relata. Volver a Lugo supuso un cambio de vida radical, con mudanza incluida. Ahora vive con su mujer y sus hijos, de 17 y 13 años, en un piso que se adapta a sus necesidades. Ellos y su padre -su madre falleció hace meses- son su mejor apoyo. También sus amigos, que lo visitan y se reúnen con él para ver los partidos.
Funciones que creían perdidas
Ese respaldo y la fisioterapia diaria le han
ayudado a estar en la silla de ruedas varias horas, a salir a la calle
cuando no hace frío -ahora su temperatura corporal es más baja de lo
normal-, o a recuperar funciones que los médicos creían perdidas.
«Volver a rascarme la barbilla, a beber solo o a
manejar el ordenador [ya utiliza con soltura un equipo adaptado con la
boca y la frente] fueron grandes logros», destaca entre la humildad y el
orgullo de quien valora el esfuerzo. De lunes a viernes, dedica dos
horas diarias a las poleas, a estar en un plano vertical de 80 grados, y
al trabajo de fisioterapia, que dirige Pablo. «Es un paciente que
colabora y que tiene muchas ganas de trabajar», resalta el
fisioterapeuta que supervisa su evolución, Félix Fernández.
Avances científicos
Pedro confiesa que su primera idea tras la lesión
fue la de «ayudar a alguien». «Me gustaría dar clase a un niño, pero
con la rehabilitación estoy cansado y dependo siempre de alguien. Veo la
cosa más a largo plazo, pero si puedo aportar algo me gustaría».
Mientras tanto, él, y sobre todo su mujer, reconoce, están al tanto de
los avances científicos en lesión medular. Para el futuro. «En España
están trabajando con hormonas del crecimiento y células madre, pero con
la crisis no sé qué pasará...», reflexiona.
Lucía Rey La Voz de Galicia
.............................................................................................................................................................
Este veciño noso é o fillo de Ramón de Pedro da ferretería, oxala no mundo houbera moita xente coma el, todo un exemplo de superación, de esforzo, e de pelexa. Dende pontenova.es queremos transmitirche moito ánimo.