El Estado prevé licitar en breve y con un presupuesto de 5,5 millones de euros uno de los proyectos de mayor calado para A Mariña: la creación de una senda verde por las antiguas vías del ferrocarril que unía A Pontenova y Ribadeo. La Sociedad Asturgalaica aplaude la iniciativa
EL MINISTERIO de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino terminó la redacción del proyecto para crear una senda verde siguiendo el trazado de la antigua ruta del ferrocarril que llevaba el mineral de hierro de las minas pontenovesas de Vilaoudrid hasta Ribadeo. El director general de Sostenibilidad de la Costa, Pedro Antonio Ríos, precisó, en enero de este año, durante la presentación de la iniciativa en A Pontenova, que su departamento preveía licitar las actuaciones «antes de las elecciones generales» con un presupuesto de 5,5 millones de euros. El autor del único libro existente sobre este tren, el joven historiador asturiano Guillermo Bas, lleva años reivindicando esta recuperación.
Guió una excursión, el 18 de agosto, por esta ruta en el marco de unas jornadas de la reserva de la Sociedad Asturgalaica de Amigos del País, ¿qué opina acerca del proyecto del Estado?
Es una idea estupenda, pero en realidad, aunque la vía verde atraiga a cierto número de visitantes, su potencial turístico todavía no ha sido explotado. Los hornos de calcinación de A Pontenova constituyen un patrimonio único en Galicia y poseen un interés tanto histórico, como estético que aún no se ha difundido como merece. Hay que tener en cuenta que la mina de Villaodrid, por ejemplo, fue la impulsora del nacimiento de la población pontenovesa, que creció de la nada junto a la estación. Durante las jornadas, participé en una ponencia junto a la alcaldesa de San Tirso de Abres y estamos planeando una exposición itinerante sobre el ferrocarril que se exhibirá en los diferentes municipios que atravesaba.
¿Qué supondrá el proyecto para la vertebración del territorio?
A día de hoy, la vía verde que ya hay se ha convertido en un importante atractivo turístico y, una vez completa debería desempeñar un papel vertebrador dada su situación geográfica, en pleno centro de la reserva del Eo, cohesionando tanto el turismo de sol y playa que se acerca a Ribadeo, como el de naturaleza que llega atraído por los valores ecológicos de la biosfera y el cultural, que debe centrar su interés en el patrimonio etnográfico e industrial de la zona.
La Sociedad Asturgalaica le encargó la obra ‘El Ferrocarril Villaoudrid-Ribadeo’, editada en 2005, aunque se prepara una reedición. ¿Qué aspectos destaca en el libro?
Que el transporte de mineral fue su verdadera razón de ser aunque también transportaba pasajeros. Discurría paralelo al Eo entre la estación de Villaodrid (en el casco urbano de A Pontenova) y el cargadero de Porto Estreito cerca de Ribadeo, donde se encontraba su sede. Se inauguró en 1904 y vivió unos años muy buenos hasta más o menos 1917 cuando la minería entró en crisis y con ella el ferrocarril, cuyo tráfico fue decayendo lentamente. Después de muchos años de vivir de subvenciones estatales y de varios cierres temporales, fue clausurado en 1964 y luego desmantelado.
¿Qué importancia tuvo como medio de transporte de pasajeros?
Aunque mantuvo el tráfico de hierro hasta el final, en sus últimos años vivía sobre todo del de pasajeros. Si bien sus promotores no lo pensaron inicialmente así, el tren tuvo una gran importancia para la comarca: en unos años en los que el transporte por carretera era casi inexistente, la vía era indispensable para la vida y la economía de los pueblos de la zona.
Siendo vecino del municipio minero de Mieres, ¿ve paralelismos con la industria del hierro mariñana?
Tienen poco que ver entre sí. La minería mariñana se centraba en la explotación del hierro, con unas reservas de mineral relativamente pequeñas y de mala calidad. Antiguamente se explotaba para abastecer a las pequeñas ferrerías de la comarca y luego se intentó explotar a escala industrial en varias ocasiones: primero por el marqués de Sargadelos (en el siglo XVIII) y en el XIX por la Vivero Iron Ore y más tarde por la Sociedad Minera de Villaodrid, ya en el XX, junto con alguna mina más pequeña. Pero su aislamiento y el alto precio de su transporte terminó por sentenciar esos negocios. Sin embargo, el declive de la minería asturiana ha sido en cierto modo parecido al de la mariñana: no por falta de mineral, sino por lo deficitario de su explotación. Después de 200 años yendo por caminos separados, las dos han terminado por encontrarse.