Este trabajador retirado de Gondán posee en su
vivienda de A Pontenova una muestra de escultura renacentista hecha a
base de árboles y piedras que convierten su hogar en una especie de
mágico vergel, donde lo natural y lo artificial se funden
Yendo por estrechas
carreteras por la parroquia pontenovesa de Bogo, en dirección a A
Fonsagrada, nuestra vista se detiene en unas peculiares construcciones.
En el barrio de Sanxés, los árboles parecen cobrar vida y tomar formas
imposibles. Don Quijote y un extraño Sancho, los Reyes de España o una
jirafa renacentista nos saludan con sus formas retorcidas, que descansan
en un jardín sacado de algún cuento infantil. Manuel Marqués es el
artista que recorre los bosques para encontrar estas formas en los
árboles, esos troncos que luego pule para modelar figuras que van desde
lo más natural a lo más variopinto.
Marqués cuenta con 82 años y una vitalidad envidiable. La vida
le ha llevado por variados derroteros, estuvo trabajando la mayor parte
de su vida en los astilleros de Gondán, en Figueras de Castropol, pero
en cuanto pudo volvió a la pequeña población de Sanxés ya que, según
relata siempre fue «un hombre de campo», y en realidad nunca lo
abandonó.
Fue cuando se jubiló, hace unos 20 años, cuando comenzó con la
afición de hacer esculturas con árboles. Aunque siempre fue una persona
con inquietudes artísticas, el trabajo le impidió desarrollarlas. «Desde
que me retiré dí rienda suelta a mi afición», confiesa. Y lo resume
mejor con una frase: «el genio nace y el imbécil se hace».
Las figuras, casi todas de madera pero algunas también de
piedra, inundan su casa. Son constantes las esculturas, los
bajorelieves, las personalidades conocidas retratadas como el sucesor al
trono monárquico Don Felipe de Borbón y su esposa, la princesa Doña
Leticia. Todo ello se funde con formas más surrealistas y evocadoras,
que se levantan imponentes ya en el jardín de su casa, un espacio a buen
seguro encantado.
Impresiones
«Lo que hago me viene de una forma natural. Te surge una idea
original, algo que sepas que no ha hecho otro. Yo lo llamo se arte
renacentista porque renace, cobra vida mezclándolo con la naturaleza. No
es algo realista ni surrealista, sino más bien naturalista y
renacentista», dice Marqués. Le gusta que sus creaciones formen parte de
su hogar ya que «si una escultura me falta en casa es como si me
faltara algo. Estas figuras forman parte de mí y me gusta tener lo que
hago aquí y que lo vea el que quiera».
El trabajador jubilado de Gondán puede dar ahora rienda suelta a
su imaginación y se confiesa «libre, no sujeto a ataduras de ningún
tipo». Quizá eso explica su negativa a hacer un museo para el que tiene
material más que suficiente. «Lo prefiero así, estoy muy bien y
tranquilo, no me hace falta ni quiero poner un museo porque considero
que esto está bien así, como a mí me gusta, en consonancia con la
naturaleza».
Lo que sí hace es trabajar a base de encargos. Pero sólo cuando
él quiere o le resulta interesante, ya que puntualiza que «hay cosas
que no acepto. Lo aceptaría si fuera un profesional, pero no lo soy» y
añade que «me vienen muchos encargos y de sitios muy variados, como
Madrid o Lugo».
Manuel Marqués comparte su vida con su mujer, de la que afirma
que «no tiene la misma afición por esto que yo, aunque le gusta que la
gente venga a ver las esculturas», y continúa con que «ella es una mujer
de campo, y yo también, nos encanta aunque sea muy esclavo».
Tiene claro que lo que hace, lo hace porque le gusta, aunque
últimamente «la producción ha bajado un poco porque es bastante costoso
traer los árboles hasta la finca. Ahora hago normalmente una o dos
figuras al año». Sin embargo, no pretende dejar de lado su afición
porque, afirma, «es algo muy bonito ver que se acerca gente a ver lo que
tú has hecho y que salen encantados con la experiencia ya que no se
imaginan que pudieran encontrarse algo como esto aquí en Sanxés» y
termina sentenciando que «es algo que hago para distraer a la gente,
para que vengan y admiren las figuras y pasen un rato agradable, ahora
no tengo más interés que ese».
Se deduce de las palabras de Manuel Marqués un indudable amor
al arte. Más aún, dado el tipo de obra que realiza está claro que además
de eso tiene un gran amor por su comarca, por los pequeños pueblos de
la zona y por la naturaleza. Una última mirada atrás a su jardín nos
muestra a su Quijote particular subido en un tronco de madera, y una
última piedra con extraños símbolos y letras nos da la despedida. Sale
uno de su finca de Sanxés y le da la impresión de que vuelve a la
realidad, esa en la que, al contrario que en su jardín, los árboles son
árboles y las personas, personas.
Excursiones
- Gente de toda Europa se acerca a ver su obra
Pese a ser una simple afición y a no mover su obra a no ser a
base de encargos, el boca a boca ha hecho de la visita a la finca de
Manuel Marqués algo bastante socorrido. Desde visitantes de Rusia, hasta
estudiantes de Viveiro, llegando hasta dos autocares con 102 personas
al lugar. «Muchos vienen porque en su vida vieron un eucalipto», afirma
el escultor.
- También piedra
El trabajo del escultor de Sanxés no se limita a tallar la
madera, sino que también usa la piedra, aunque en menor medida. En
ocasiones son esculturas hechas por él, otras veces son piedras curiosas
que encuentra por los bosques. «No trabajo tanto con piedra porque
necesito más herramientas»,apunta.
El Progreso
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