viernes, 4 de marzo de 2011

Un estudio sitúa al Eo entre los ríos de Galicia con menos especies invasoras

Tres investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) y una de la de A Coruña (UDC) iniciaron en 2009 un trabajo que les llevó a analizar la introducción de las especies invasoras en los ríos gallegos. Los resultados, publicados recientemente en la revista especializada Biodiversity and Conservation, constatan la naturalización de 31 especies acuáticas foráneas en Galicia, de las 88 registradas en la Península Ibérica. Y además sitúan al río Eo entre los que presenta un menor número de ejemplares exóticos con respecto a las cuencas del sur gallego.
Los investigadores no sólo tomaron muestras en el río más largo y de mayor renombre de la comarca mariñana, el Eo, concretamente a la altura de A Pontenova, sino también en los cauces mariñanos del Sor, del Ouro y del Masma. En todos ellos, en general, la presencia de animales y plantas invasores es escasa en comparación con la detectada en otros ríos gallegos, sobre todo de la vertiente sur.
A raíz de una comunicación presentada en el congreso internacional Biolief, en Oporto, se inició el trabajo que contó con fondos propios de la Estación de Hidrobiología de la USC y de un reciente proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Informe
Bajo la batuta de la coordinadora, María José Servia, de la UDC, un equipo de científicos gallegos identificó, además del número de especies introducidas en los últimos cien años, los periodos con mayor número de entradas y la tendencia actual.

Y es que en 1995, la aprobación del Tratado de Schengen permitió la apertura de las fronteras de los países europeos a la libre circulación de personas y mercancías, lo que propició que en Galicia las especies invasoras entraran al mismo tiempo que lo hacían en el resto del Estado, cuando antes llegaban con más de 50 años de diferencia, fundamentalmente debido al aislamiento geográfico y al escaso tamaño de las cuencas que impedía que se llevara a cabo la navegación comercial.
Entre los ejemplares exóticos introducidos en la comunidad gallega destacan la almeja asiática, el cangrejo rojo o americano, el pez mosquito y las plantas acuáticas como el jacinto de agua, si bien aumenta la presencia de invertebrados y plantas, en muchos casos procedentes del comercio de los acuarios.
En la comarca
A pesar de destacar por la escasa presencia de ejemplares foráneos, los investigadores detectaron en el río Eo invasores en la vegetación de ribera, como acacias o tritonias, aunque por el momento «no existen registros lo suficientemente detallados que permitan determinar el número de efectivos», como corrobora Servia. En cuanto a las especies de agua dulce, localizaron ejemplares de caracol acuático, originario de Nueva Zelanda, y de piscardo, un pequeño pez presente en otras cuencas de la Península Ibérica, pero que no es nativo del Eo.

Los investigadores explican por qué pueden haber entrado en este río mariñano: «El caracol Potamopyrgus antipodarum está presente en toda Europa, adonde llegó probablemente en las aguas de lastre de barcos comerciales; a Galicia se cree que entró en la primera mitad del siglo XX, probablemente en el transporte de productos de acuicultura o de forma involuntaria en materiales de pesca o navegación, mientras que con respecto al piscardo se considera que fue introducido por pescadores, para su uso como cebo vivo», como constata Servia.
En cualquier caso, la investigadora de la UDC insiste en que «el número y el grado de invasión de las especies exóticas en el río Eo es menor que el detectado en otras cuencas gallegas», pero también apunta a que «habría que ampliar los estudios para valorar el tamaño de las poblaciones de las especies introducidas».
Soluciones
El impacto de estos ejemplares exóticos en la zona se traduce en «cambios en el hábitat o en enfermedades que pueden transmitir, además de que compiten en predación con las endémicas», como señalan los científicos. Por eso, los investigadores urgen a regular el comercio acuícola y advierten contra la percepción general de que «las plantas y los invertebrados exóticos son inofensivos, cuando lo cierto es que las especies invasoras constituyen una grave amenaza para la conservación de la biodiversidad donde se establecen».

También la construcción de grandes infraestructuras hidráulicas contribuye, en gran parte, como indica el estudio, a aumentar este fenómeno.
Además de regular el comercio de la acuariofilia, que se ha incrementado en los últimos años, Servia cree que los programas de educación para la población y sobre todo para colectivos como el de los pescadores, ayudarían a reducir la llegada de especies foráneas.
Contaminación
Aunque la directora de esta investigación asegura que «en general el estado de conservación del Eo es relativamente bueno», admite que «presenta problemas de contaminación orgánica comunes a otras cuencas gallegas».

Por ello propone «reducir la carga de materia orgánica, algo que puede conseguirse con relativa facilidad a través de la instalación de sistemas de depuración en núcleos de población», así como aplicar «buenas prácticas agrarias en la ganadería, relacionadas con el vertido de purín en zonas cercanas al río, ya que en días de lluvias, éstas favorecen que los detritus lleguen al cauce», puntualiza Servia, que desconoce si han disminuido las poblaciones de trucha y de salmón que dan fama a este río, porque su grupo de investigadores no analizó, «ni realizó ningún estudio concreto sobre ellas».

Lamprea
La investigadora María José Servia participó también en otro proyecto que dio lugar, recientemente, a una publicación titulada ‘Estado de conservación das poboacións de lamprea mariñá en ríos de Galicia’, editado por la Xunta de Galicia. Tras tomar muestras en los ríos Eo, Masma y Ouro, en la comarca mariñana, y en los caudales del Mera, Mandeo, Anllóns, Sar, Ulla, Umia y Lérez, en el resto de Galicia, entre 2007 y 2010, se constató que su número aumentó ligeramente en estos caudales, donde está prohibida su captura.

12 investigadores
Doce investigadores de las universidades de A Coruña y de Santiago participaron en este trabajo, que sólo se centró en las especies juveniles, porque «de las adultas no hay datos al no haber pesquerías», ya que «los ejemplares jóvenes viven enterrados en sedimentos y los grandes sólo suben para reproducirse y después mueren».
Fuente: El Progreso


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