miércoles, 2 de diciembre de 2009

Abriendo caminos hacia Galicia


Nemesio Rodríguez dejó la agricultura para trabajar en la construcción de la primera carretera entre Taramundi y A Pontenova
El taramundés dirige desde hace 6 años la asociación «El Mazo», que ha cambiado la vida de los mayores del concejo.

 TANIA CASCUDO

 

POR TANIA CASCUDO Mazonovo (Taramundi)

«Los tiempos de infancia fueron tiempos malos, no había dinero y había que trabajar mucho para salir adelante». Así resume Nemesio Rodríguez su vida en el núcleo taramundés de Cancelos. Una vida que, dice, nunca debería olvidarse: «Los chavales de hoy en día son totalmente afortunados y creo que sería muy bueno recordarles aquellos tiempos».

Con la reposada sabiduría que dan los años, Nemesio rememora otros tiempos, cuando los pueblos rebosaban de vida y las casas estaban llenas de gente. «Me acuerdo de los molinos todos llenos de caballería, la que tenía la gente para viajar a moler el cereal». También se acuerda de la cantidad de niños que había antaño en los pueblos cuando lo raro eran las familias pequeñas. «De aquella no había luz y se entretenían en eso», bromea.

Nemesio nació un seis de septiembre de 1927 en una familia de nada menos que seis hermanos. Así que de pequeño le tocó trabajar duro y olvidarse pronto de la escuela. A los 26 años se casó y se mudó a Mazonovo, donde sigue residiendo hoy en día. Siempre que puede, le gusta salir al paso de los turistas que visitan el conjunto etnográfico de los molinos y descubrirles una realidad bien distinta de la que ven sus ojos.

Cuando Nemesio se casó cambió de residencia y de oficio. Por suerte, entró a trabajar en obras públicas en la construcción de la primera carretera entre Taramundi y A Pontenova. La apertura de este vial fue importantísima para el concejo de Taramundi, pues facilitó a los vecinos un acceso cómodo y rápido a Galicia. En total son unos diez kilómetros que unen la carretera asturiana AS-21 con la lucense LU-704 y que permiten a los taramundeses ubicarse en apenas un cuarto de hora en plena nacional 640 en dirección a Lugo. Claro está que antaño el tiempo de recorrido era mayor, pues el firme que le tocó construir a Nemesio no era de alquitrán sino de arcilla.

Cuenta este taramundés que a medida que las obras de la carretera iban abriendo camino, la empresa hacía nuevos contratos, uno de ellos el de Nemesio. «Apenas teníamos medios, así que todo lo que hicimos fue a base de pico, pala y carretilla». Y sobre todo, apunta, «a fuerza de mucho trabajo». Recuerda cómo colocaban los barrenos para dinamitar el terreno y abrir paso al vial. «Es que no se trataba de mejorar nada, era abrir una carretera que no existía y eso da trabajo», puntualiza. Y sobre todo, «aprendes a hacer lo que toque».

El contratista de la obra le cogió cariño a Nemesio hasta el punto de recomendarle ante el representante de la administración como vigilante de la misma, oficio que antaño se conocía como «caminero». Así es que Nemesio se convirtió en caminero de los nueve kilómetros de esta carretera. «En los primeros tiempos hacía el recorrido en bicicleta y después ya tuve una moto», recuerda.

Su trabajo consistía en adecuar los desperfectos del vial, limpiar las cunetas y mantener la carretera en buenas condiciones. En aquellos tiempos los viales se hacían con una base de piedra machacada, recubierta con una capa de arcilla por encima. Así y todo, explica, «resistían bien».

Más de una década pasó Nemesio como caminero de este trayecto en el que, por fortuna, tan sólo le tocó vivir un accidente, el de un joven que falleció atrapado bajo una pala. Tiempo después, le ampliaron el recorrido y lo pusieron al volante de un camión: «Bajaba hasta A Pontenova en moto y allí cogía el camión rumbo a Porto». En esta época, en la que pasó a depender del gobierno gallego tras la transferencia de la carretera, le tocó estar al cargo de un tramo de la nacional 640 entre Porto y Meira (Lugo).

Finalmente, se jubiló como encargado de obras públicas, controlando las obras de diferentas carreteras. «Tenía que mirar que se gastase lo que estipulaba el contrato, porque, claro, las empresas en cuanto podían reducían el material para ganar más». Esta última etapa fue la más cómoda de todas, la mejor pagada y en la que más disfrutó Nemesio.

Y desde la jubilación, ha descubierto otra faceta al frente de la asociación de mayores «El Mazo» de Taramundi. Lleva seis años en la presidencia y asegura que la asociación ha cambiado la vida a los mayores del concejo porque les ha permitido viajar y hacer cosas a las que antes no tenían acceso. «Recorrimos ya casi toda Asturias y es bien bonita, es un jardín con una gente maravillosa». Nemesio dice también que gran parte de lo logrado en Taramundi y de la actividad que desarrollan los mayores es obra de la responsable del programa «Rompiendo Distancias», Trinidad Suárez, que les anima a hacer cosas nuevas. «Es oro molido, estamos encantados con ella», afirma.

Juventud
Desde niño trabajó la tierra en su casa familiar de Cancelos (Taramundi). Hizo la mili en Huesca, donde dice que pasó tanta hambre que llegó a comer algarroba de los mulos.

Familia
A su vuelta a casa se casó y se mudó a Mazonovo. Fue entonces cuando empezó a trabajar en la construcción de la carretera que une Taramundi y A Pontenova.

Jubilación
Se jubiló a los 65 años y ahora ocupa su tiempo organizando actividades dentro de la asociación de mayores. Le gusta atender a los turistas y también manejar el ordenador.

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