jueves, 23 de octubre de 2008

PETETE hizo en Barcelona un curso europeo de tanatopraxia para maquillar y reconstituir cadáveres e incluso dar apoyo psicológico a las familias


José Luis Lourido
López tiene 33 años y una profesión
con salida, pero a la que pocos
se lanzan. Al frente de la funeraria
que crearon sus abuelos
en Riotorto y que ahora está en A
Pontenova, reconoce que «para
dedicarse a esto, has tenido que
vivirlo» y, así, desdramatizar el
momento.

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Pero él lo tiene claro y también
que es importante formarse y reciclarse,
máxime en un mundo
como éste en el que las cosas han
cambiado a velocidad de vértigo,
pues hace una década todos velaban
a los cadáveres en casa y
ahora sólo un reducido cinco por
ciento no recurre a los tanatorios,
reconoce.
Para conocer las nuevas tendencias,
José Luis se desplazó a
Barcelona para seguir un curso de
tanatopraxia. Primero tuvo que
superar un examen teórico, que
era obligatorio para poder llevar
a cabo la parte práctica. Ésta incluye
trabajar con un centenar de
cadáveres, lo que permite obtener
el certificado del centro europeo
de enseñanza de tanatopraxia,
que expide un instituto francés,
el mismo que manda a un examinador
para la última prueba, en
la que supervisan todos los pasos
de preparación del cadáver y el
resultado. «De seis que nos examinamos,
aprobamos cuatro»,
recuerda José Luis.
El joven recuerda su experiencia
en la Ciudad Condal, donde
permaneció un mes para seguir
el curso, de 400 horas teórico
prácticas. «Barcelona es una ciudad
con 35 o 40 muertos diarios,
de todas las edades y condiciones
», asevera, lo que resulta un
filón para aprender. En su caso,
tuvo que preparar desde un ‘latin
king’, a filipinos o musulmanes,
«que siguen sus propios ritos de
lavado». «Lo importante es que
cuando la familia reciba el cadáver,
igual un mes después, lo encuentre
como era» y ésa es la parte
más agradecida de su trabajo.
«Sé que nadie va a saber que he
sido yo, pero es reconfortante».
A las técnicas de embalsamiento
se suman también las
de reconstrucción del cuerpo,
imprescindibles tras autopsias
o accidentes, y otras nociones
de maquillaje, «pero que nadie
entienda que es algo estilo boda,
sino preparar al cadáver para que
tenga una buena presentación».
Además de nociones de anatomía
y derechos legales, el curso
se vuelca también en la parte
psicológica, de cómo atender a
las familias en el duelo e incluso
cómo explicárselo a los más pequeños,
para los que tiene cuentos
que ayudan a que los niños
entiendan y asimilen mejor la
pérdida de un ser querido.VOLVER
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